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Moda étnica para el cabello

El corte de pelo de Carl Lewis también puede lograrse en Madrid

En el mismo corazón de Madrid cabe la posibilidad de dar un vuelco a la propia imagen, comenzando por la cabeza. Hace ya seis anos que un ciudadano de Guinea-Conakry, Amadou, entrevió la posibilidad de abrir una peluquería en la capital de España para atender las necesidades estéticas de una población emigrante que por aquel entonces empezaba ya a aumentar de modo más que evidente.

Amadou explica: "Yo ya había trabajado en Francia en una peluquería por el estilo, de modo que se nos ocurrió abrir una aquí, como las hay en otros países europeos -Inglaterra o bien Holanda-".

El negocio, que recibe el nombre de Micaela, por la novia de Amadou -una guineana que lleva ya 20 años en nuestro país-, no se diferenciaría de cualquier otro establecimiento del ramo a no ser porque las fotos de los modelos de peinado que adornan sus paredes muestran a hombres y mujeres negros con cortes de pelo que difícilmente pueden admirarse en personas de tez distinta, a no ser que tengan el cabello muy rizado.

Los cortes de pelo cuestan 1.000 pesetas, aproximadamente lo mismo que en otras peluquerías, y el que más de moda está es el que lleva el veloz atleta Carl Lewis.

Amadou dice al respecto: "Ese corte ya se hacía en Africa entre los años 62 y 65, pero hasta que no se ha puesto de moda en América no se ha popularizado por todo el mundo. Debe de ser porque se toma a los norteamericanos por millonarios y se les quiere imitar".

La clientela de Micaela es mayoritariamente negra, "de muchos países de América, Europa y África", y aunque ya hay jovencitos blancos que acuden allí con el ánimo de llevar el pelo de un modo diferente, lo cierto es que pocos blancos de edad entran en la peluquería: "Hay gente que viene y, al ver a gente de color atendiendo, se marcha. A nosotros nos gustaría que vinieran más, porque las dos chicas que atienden saben cortar el pelo como lo lleva la gente aquí".

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Otra cosa que llama la atención son los numerosos productos de cosmética que figuran en el escaparate: podrían ser como los de cualquier sitio, a no ser porque en sus cajas la cara sonriente que aparece también es negra. Amadou los trae "de Holanda e Inglaterra, porque allí hay más población morena desde siempre. Aquí no se fabrican".

Aparte del tradicional corte, Micaela también ofrece a sus clientes la posibilidad de manicura, baños relajantes, curlys (rizados con rulos y cremas especiales) y, lo que más éxito tiene: los trenzados africanos.

Según Amadou, "hay trenzas tradicionales africanas de muchas clases: de gala, de paseo, de novios, de la suerte... Aquí sólo se conocen las de rasta, a lo Bob Marley, pero cada vez hay más gente que viene a hacerse otro tipo de trenzas. En realidad, es lo más caro y costoso. Pueden costar al cliente entre 20.000 y 25.000 pesetas a causa del postizo, que hay que traerlo desde Senegal o Estados Unidos. Además, lleva de cinco a ocho horas hacerlo".

Mientra habla Amadou, entran a cortarse el pelo varios clientes. Todos negros. La piel blanca no pisa mucho por este céntrico establecimiento que tiene sus puertas abiertas para cualquiera que se anime a ser su cliente.

El responsable de la peluquería explica, con un poco de tristeza: "De verdad que estaríamos encantados de que vinieran más clientes blancos. No sólo jóvenes, también mayores. Así habría muchos menos prejuicios y la gente tendría la oportunidad, además, de familiarizarse, aunque sólo fuera estéticamente, con otras civilizaciones".

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