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Mil policías municipales de paisano agravan con sus coches el atasco del viernes noche

"Está prohibido emitir señales acústicas cuando no exista motivo que lo justifique", decia ayer un policía municipal de paisano al volante de su utilitario rojo. Su copiloto apenas podía escuchar la frase, ahogada en una feria de bocinas que no dejaban de sonar con ritmo desquiciante en el paseo del Prado. Los municipales debieron ver ayer el motivo suficiente que exigen las normas. Colapsaron con más de 1.000 coches las arterias principales del centro de Madrid. Los agentes protestaban por el cambio de turno el día que se reforzaba la vigilancia para acabar con los atascos nocturnos.

"No nos pueden multar, llevamos puesto el cinturón de seguridad", demostraba uno de los agentes de paisano. Cumpliendo con rigor las normas de tráfico que tan bien conocen, los agentes protestaban por todo en general: por las grúas, que son carísimas, por la escasez de personal, por la falta de incentivos laborales, por la carencia de cursos de formación... en fin, que ni el alcalde ni su equipo salieron bien parados.Los sindicatos CC OO, UGT y CSIF convocaron esta caravana en protesta por la organización del turno de noche para controlar el tráfico los fines de semana en el centro. "Se desviste un santo para vestir a otro", razonan. El Colectivo Profesional de Policía Municipal está de acuerdo en la protesta.La formación tardó una hora y media en llegar, a trompicones, desde la plaza de Legazpi, sede de los sindicatos municipales, hasta la de Cibeles, bien pasada la medianoche. Discurría de tres en fondo y dejaba un angosto camino a los noctámbulos del fin de semana. De ahí a Alonso Martínez, Quevedo, Bilbao, Princesa, Plaza de España y vuelta a Cibeles. "Y los que están de servicio atascan inás", se quejaba anoche un lector por teléfono desde Colón.

"Mucha multa y luego haceís lo que os sale de los cojones. Hay que ver la que habeís montado, coño", abroncaba uno con el argot propio del que va al volante. La mayoría, sin embargo, se lo tomaba con estoicismo y algunos, mientras pasaba el tiempo con la rabia encendida y los motores parados hasta bromeaba: "A ver como convenzo yo a mi mujer cuando llegue a casa de que me han tenido retenido 1.000 policías".

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