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¡Blancas!

Un mesón de Carabanchel acoge el VII Campeonato Nacional de Chinos

Joseba Elola

No quieren que les engañen como a chinos. Una cosa es ser un amante del juego y otra quedarse sin vacaciones por culpa de una pasión de bareto. El VII Campeonato Nacional de Chinos debía concluir hoy, pero acabó ayer por la tarde. La gran final se adelantó para que los participantes pudieran irse de vacaciones de Semana Santa. Al cierre de esta edición, todavía no se conocía el nombre del ganador.El Campeonato se dice nacional pero es local. Los 60 participantes son de Madrid. El emplazamiento elegido, un castizo mesón ambientado por el humo de los cigarros. Y es que jugar a los chinos es estar en tensión. Una partida puede durar hasta cuatro horas. Las miradas se cruzan y los jugadores ríen y a veces tragan saliva. Los puños, cerrados; las manos, sudorosas. "La gente se lo toma muy a pecho", dice José Antonio Hidalgo, organizador del campeonato. "Cuando se acerca el tramo final, llegan la tensión y los nervios", dice. "Hace dos años, incluso un jugador se desmayó".

Pagar la ronda

El juego de los chinos es una de las mejores fórmulas antimorosos. "Cuando estás con un moroso, uno de estos que remolonean cuando llega el momento de pagar la ronda, lo mejor es jugarse las cañas a los chinos", dice Gonzalo Costanzo, campeón de la anterior edición. "Decirle que ya le toca pagar queda feo, así que, con esta fórmula, no se pueden escapar". Los amiguetes del bar que frecuenta Costanzo le tienen frito. "Me martirizan. Todos quieren jugar conmigo y, claro, como alguna partida la tengo que perder, enseguida se arma el revuelo y empiezan a gritar que han ganado al campeón".Costanzo, de 53 años, hace una clasificación de tipos de jugador. Entre los hombres, están "los pardillos" y Ios que te hacen sudar". En las mujeres también hay dos categorías: "Unas son muy inocentonas, pero con las otras hay que tener mucho cuidado, porque saben más que los hombres". Las féminas tienen 10 representantes en esta edición.

"Para jugar a los chinos hace falta mucha psicología", dice el organizador, que además es campeón mundial. El título lo conquistó el año pasado en Benidorm. "Fue un campeonato informaV, dice. Se reclutaron clientes de un hotel y se organizó el campeonato de categoría mundial. Hidalgo ganó. "Éste es un juego ideal para evitar la barrera del idioma", dice el campeón. "Con tres piedras y mediante signos, la partida está montada".

Además de "psicología", hace falta intuición y dotes de observador. Estudiando las jugadas del rival se puede intuir cuál será su próximo movimiento. "Hay jugadores que llevan un orden. Primero sacan una, luego dos, y se les puede adivinar la jugada". Pero hay un método aún más eficaz. Observar la forma de apretar el puño del rival. Si se le marcan mucho los nudillos y están muy apretados, todo indica que lleva tres chinos en la mano. Aunque hay artistas que también dominan la técnica de hinchar la mano.

Mayores astutos

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El campeonato ha congregado a gentes de todas las edades, El más joven -un chico de 14 años que jugaba en representación de su padre- y el más mayor -un hombre de 82 años- quedaron eliminados el jueves. "Los mayores suelen ser los más astutos", afirma Costanzo, que comenzó a jugar desde que era un crío. "No podría decir cuántos miles de chinos han pasado por mis manos".El juego de los chinos nació allá por el año 1708, según dice José Antonio Hidalgo. "Uno de mis antepasados estaba en el grupo de pastores que inventó el juego". Surgió en el ámbito rural. Los pastores llevaban a su ganado por el monte y buscaban fórmulas para rellenar su tiempo de ocio.

A falta de tecnología, tenían al alcance de su mano piedras y hierbajos. Eligieron lo primero como materia prima. Se podían lanzar o guardar en mano. Optaron por lo segundo. Entonces fue cuando tocó establecer unas reglas, que se han mantenido a través de los siglos.

Cada jugador tiene tres piedras. Esconde la mano tras su espalda y la muestra, cerrada, con un número de chinos -0, 1 2 o 3- ocultos. Todos los jugadores realizan la misma operación y entonces llega el crucial momento: adivinar cuál es el número total de chinos que hay entre los participantes. En ese momento entra en juego "la psicología, la suerte y la observación", dice Costanzo.

El bautismo del juego obedece a criterios masculinos. "Se jugaba con piedras pequeñas, lo que en León llaman chinas", dice Hidalgo. "Y como al principio sólo jugaban hombres, se les llamó chinos".

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Sobre la firma

Joseba Elola
Es el responsable del suplemento 'Ideas', espacio de pensamiento, análisis y debate de EL PAÍS, desde 2018. Anteriormente, de 2015 a 2018, se centró, como redactor, en publicar historias sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad, así como entrevistas y reportajes relacionados con temas culturales para 'Ideas' y 'El País Semanal'.

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