Vampiros
-¿Viste ayer la rinoplastia en televisión?-Sí, fue muy interesante.
-Yo no pude, tenía una cena con amigos en casa.
-Lástima, no sabes lo que te perdiste. ¡Aquel corte tan limpio! (Suspiros desconsolados).
Mi dentista es un profesional. Aunque siente no haber podido jugar anoche a los médicos por culpa de aquella cena de compromiso, la conversación no le hace perder ni un ápice de concentración en su trabajo. Lleva media hora peleándose con mi muela,mientras su ayudante le pone los dientes largos con las fascinantes imágenes de En buenas manos, el programa del doctor Beltrán. Pero a mí me duele la mandíbula y, además, no resisto las conversaciones de casquería. Me interesa más el insistente martilleo del tomo contra mi boca.
-Lo mejor fue la laparoscopia.
Muevo alarmado las cejas y mi dentista levanta el torno. %Te duele?". Me quito el descansabocas (no sabía que existía, pero lo recomiendo; es realmente práctico) y balbuceo unas palabras."No, me da asco". Mi dentista suspira aliviado, me calza otra vez el descansabocas y vuelve a aplicarse al tomo. Entonces me explica que la maldita laparoscopia consiste en inyectar aire a presión que hincha el estómago y pern-iite meter un ojo mágico que te deja completamente fichado por dentro. Pongo cara de terror, pero esta vez no levanta el tomo, sino que aprieta a fondo.
-No te preocupes, lo que pasa es que nosotros somos un poco vampiros.
Menos mal que la anestesia me ha hecho efecto.
