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Entrevista:

"El monetarismo no ha funcionado"

Javier Moreno

La Enciclopedia Británica dice que a John Maynard Keynes se le conoce, sobre todo, "por sus revolucionarias teorías sobre las causas del desempleo prolongado". Razón de más para su actualidad. Así lo ha comprendido Robert Skidelsky, quien ha dedicado varios años de su vida a escribir una inmensa biografía de Keynes.No es extraño, pues, que el discurso de Skidelsky -que también es economista- recurra permanentemente a Keynes. Pare reivindicarlo o para corregirlo. En una entrevista con EL PAÍS, Skidesky, que ha venido a Madrid invitado por la Fundación NatWest, coincide con su admirado Keynes en que es necesaria una política gubernamental activa para crear empleo.

El triunfo de Bill Clinton en las últimas elecciones presidenciales estadounidenses devolvió a la propuesta keynesiana de un capitalismo estable y humano el prestigio que las tensiones inflacionistas de los setenta y el vendaval liberal y neoconservador de la decada posterior le habían arrebatado.

Pregunta. ¿Supone la llegada de Bill Clinton a la Casa Blanca el inicio de un nuevo reinado del keynesianismo?

Respuesta. Yo no diría que la política de Bill Clinton sea keynesiana. Clinton sólo desea equilibrar su presupuesto, tenerlo bajo control. Si compara sus recetas -las Clintonomics-, que son muy modestas, de pequenos pasos, pequeños programas, con los economistas de Kennedy en los sesenta, comprenderá la pérdida de confianza en el sistema keynesiano. Los economistas de Kennedy pensaron que podían hacer cualquier cosa, alcanzar las estrellas. Los de Clinton saben que no pueden. Y en general, somos conscientes de que ignoramos como funcionan los procesos económicos: nos asusta intentar manejarlos.

P. El errático comportamiento económico de los últimos años tampoco contribuye mucho al prestigio de las teorías.

R. Exacto. Simplemente no entendemos...

P. ¿Quienes no entendemos?

R. Nadie entiende nada. Sólo que los economistas pretenden que sí. Otra gente lo reconoce, pero los economistas no: siguen haciendo teorías. Y las teorías siempre predicen el pasado. Hay que ser muy modestos en política y hacer sólo aquello que, aunque vaya mal, no pueda hacer mucho daño.

P. Pues hablemos del pasado. y del daño hecho. Los 13 años de thatcherismo en el Reino Unido parecen un gigantesco experi-mento que ha acabado en fracaso.

R. Todo ha fracasado en parte. Hubo una Edad de Oro de Keynes, que de hecho no fracasó, simplemente se fue degenerando. Pero a mediados de los sesenta, Keynes estaba acabado. Estaba generando una inflación inaceptable. El monetarismo [aplicado por Thatcher] tuvo éxito: rebajó las tasas de inflación. Eso es un éxito.

P. Eso es todo el éxito. El desempleo es ahora mucho mayor que antes de Margaret Thatcher, y como demostró The Times hace dos domingos, los impuestos son ahora más elevados que bajo el último Gobierno laborista.

P. Absolutamente de acuerdo. El monetarismo no ha funcionado. Pero el keynesianismo tampoco tuvo éxito en su época final. ¿Qué quiere decir esto? Que los economistas siempre se han sobreestimado a la hora de proporcionar directrices políticas.

P. En cualquier caso, Keynes goza ahora de mucho más predicamento que a principios de los ochenta, cuando parecía muerto y bien enterrado.

R. A principios de los ochenta el principal problema era la inflación. Los monetaristas vendieron la idea de que podían reducir la inflación sin mayores costes para el empleo: un error, como se demostró. Ahora la inflación es muy baja y el desempleo, muy elevado. La gente empieza a pensar que Keynes quizá tenga algo que decir a propósito de esto, después de todo. Cuando el 23% de la población activa está es paro, como en España, hay que ver si Keynes puede aportar soluciones.

P. ¿Y puede?

R. Si. Los acontecimientos de los noventa confieren validez a una parte de las ideas de Keynes. Sólo que una vez . que el paro ha hecho su aparición, ya es tarde para aplicar sin más complicaciones lo que predicaba Keynes, es decir, aumentar la demanda.

Para que las recetas keynesianas funcionen no hay que tener ni inflación ni una historia de infiación. Y unas cuentas del Estado saneadas. En caso contrario, no creo que se pueda aplicar sus recetas sin más.

P. Pues entonces ya podemos olvidarnos de Keynes, porque ningún país de Europa occidental dispone de un pasado libre de inflación y de presupuestos saneados.

R. Nos podemos olvidar del Keynes a la antigua. Lo que queda es la idea de que no cabe sentárse a esperar la recuperación y la desaparición del desempleo, así, sin más, porque el mercado laboral no funciona de esta forma. La economía no funciona así. Tiene que haber alguna política de empleo por el lado de la oferta y no sólo a base de hinchar el sistema con dinero. Lo que en los últimos años no ha significado más que subsidios a industrias no competitivas y acomodarse a las peticiones de incrementos salariales de los sindicatos. En general, en toda Europa hay un gran problema estructural, con un mercado laboral artrítico, que hay que liberalizar.

P. Y una vez liberalizado, ¿cree de verdad que el libre mercado tiende hacia el empleo total?

R. No. El libre mercado, no. No cabe esperar que el libre mercado, sin ningún tipo de ayuda, tienda a algo parecido al empleo total. Hay que intervenir para que el mercado funcione mejor, desregulando, y compensando sus fracasos.

P. Siento insistir, pero 13 años de gobierno conservador en Gran Bretaña parecen demostrar que desregularizar no basta para crear empleo.

R. No, no es suficiente. Pero en cualquier caso, ayuda. Si compara Gran Bretaña con España, ambas sufrieron una de preciación importante de sus monedas en el último año y medio. Pero Gran Bretaña se está recuperando bastante rápida mente. El desempleo descendió en 300.000 personas y el creci miento se situó alrededor del 2% o 2,5% el año pasado. En España, por el contrario, la economía se contrajo el 1% en 1993. ¿Por qué esta diferencia?

P. España entró más tarde en recesión que el Reino Unido.

R. Eso es cierto. Pero creo que nosotros nos hemos recuperado más rápidamente. El desempleo ha empezado a disminuir enseguida. En los ochenta, el crecimiento del empleo vino mucho más tarde que la recuperación. Ahora ha sido inmediato. Y los incrementos salariales son ahora muy bajos. Así que se puede decir que la desregularización ayuda a crear empleo.

P. ¿Qué pueden hacer ahora los gobiernos europeos para reducir el paro?

R. Observe cómo funcionó la Edad de Oro, el periodo que va desde 1945 hasta 1965, caracterizado por una gran expansión, elevados crecimientos, pleno empleo. No era tanto que se aplicase Keynes al pie de la letra.

Lo que había era un sistema de cambios fijos, mucha confianza, y una tremenda expansión del comercio. ¿Cómo se reproduce esto hoy en día? Hay que enfocarlo internacionalmente, no en una sola economía.

Hay enormes posibilidades si se abren las fronteras europeas hacia el Este. Creo que Keynes, hoy en día, intentaría un programa de inversión en Europa del Este. Esto podría sacar a Occidente de la recesión.

P. ¿Piensa usted, como Keynes, que el capitalismo, incontrolado, es básicamente inestable?

R. Ésa es la pregunta más difícil del mundo. Puede ser inestable, depende de la coyuntura. Hay dos posiciones totalmente diferentes. Milton Friedrnan y los monetaristas pensaban que la economía capitalista es, de forma inherente, mucho más estable de lo que creía Keynes. Friedman pensaba que los gobiernos, manipulando la política monetaria para obtener beneficios a corto plazo, son la mayor fuente de inestabilidad.

Keynes creía que debido a la incertidumbre de las inversiones, el capitalismo sin control era severamente inestable, y que había utilizar políticas de estabilización. Y yo..., bueno, yo creo que lo único que se puede decir es que depende del estado del mundo en un momento dado. En otras palabras, ciertas partes del mundo necesitan políticas más keynesianas que otras.

P. Usted ha dicho que uno de los legados más importantes de Keynes es la idea de que hay que mirar siempre 5 años por delante. ¿Qué ideas se perfilan en ese horizonte?

R. El futuro de Europa no depende de qué suceda con su proceso de unión o de los detalles del Tratado de Maastricht. Todo eso es pasado. Es el Pasado. Ideas de los tiempos de la guerra fría. Es la agenda de los años setenta que se cumple, finalmente, de forma burocrática. Y de repente, cuando comienza a arreglarse esa unión, todo el Este se abre. Ahora hay que volver a pensar Europa en su totalidad. Algo que requiere flexibilidad.

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