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Coherencia

Jorge M. Reverte

Alfonso Guerra es la izquierda. Alfonso Guerra es quien puede aglutinar en tomo al PSOE a la auténtica izquierda española, convertir ese partido en la casa común. Carrillo dixit.Santiago Carrillo, ex secretario general del PCE, el hombre que se llevó a las Juventudes Socialistas al PCE antes de la guerra civil, le devuelve ahora al PSOE lo que se llevó, pero convertidas en senectudes comunistas, y las pretende integrar en tomo a una figura de singular coherencia política, la de Alfonso Guerra, el hombre que ha sabido mantener íntegro el espíritu de la izquierda dentro del PSOE.

Guerra condenó, hace poco tiempo, el comportamiento de Yeltsin al asaltar el Parlamento ruso (una institución democrática elegida por los representantes del PCUS). Carrillo, en sus memorias, reflexiona sobre Sadam Husein, y dice que si el pueblo iraquí le percibiera como un tirano, le habría derribado (el razonamiento lo podría haber hecho también con Franco, por ejemplo).

Qué infinita coherencia, qué encuentro de dos mentalidades capaces de discurrir por la historia como si ésta no hiciera más que corroborar lo que ambos piensan. Qué talla intelectual la de estos dos gigantes capaces de citar a Machado o apuntarse a Picasso sin el menor asomo de sonrojo en la cara.

Carrillo bendice a Guerra, le da la alternativa, le entrega el bastón de la legitimidad ideológica. La izquierda es, desde ahora, el tacticismo, la ramplonería, el saber moverse con astucia, y utilizar coches regalados por Ceaucescu (o ceder despachos a hermanos, que es parecido). Los columnistas de la derecha bendicen también a Guerra, encuentran en él a la izquierda, felices de la identificación entre su persona y la ideología. Les parece un perseguido. Carrillo le salva. Hay que salvar la unidad. La unidad de la izquierda. Carrillo y Guerra, qué coherencia.

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