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La muerte entró por la ventana

La nieve cubre las heridas del cerco mientras hospitales y escuelas vuelven a ser atacados

La granada penetró por una de las ventanas del departamento de cirugía abdominal del hospital de Kosevo de Sarajevo, la asediada capital bosnia, cuyos habitantes se disponen a afrontar otro invierno de frío, hambre y guerra.Dos enfermeras y tres médicos charlaban tranquilamente en una sala. La violenta explosión segó la vida de las dos jóvenes, Suada Kupus, de 26 años, y Sefika Heko, de 31. Uno de los médicos se debate entre la vida y la muerte.

Un paciente perdió también la vida como consecuencia del bombardeo. Otros dos médicos, también heridos, parecían haber ganado la batalla contra la muerte.

Ocurrió poco después de las diez de la noche del martes, pero hasta media mañana de ayer Radio Sarajevo no difundió la noticia.

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Segundo invierno de fuego en Sarajevo

Viene de la primera página

Otros cuatro proyectiles cayeron en las proximidades del hospital sin causar víctimas. Ayer un equipo de expertos de las Fuer zas de Protección de las Naciones Unidas en la antigua Yugoslavia (Unprofor), encabezado por su portavoz, el teniente coronel Bill Aikman, trataba de averiguar entre los escombros la trayectoria que siguieron los proyectiles para poder "discernir" su procedencia.

"No hay ninguna duda de que las granadas fueron disparadas desde las posiciones de Mrkovici, en el sureste", afirmaba rotundo el comandante Aikman, pero como suele ser habitual en la diplomacia que rodea las declaraciones públicas de Unprofor, su portavoz evita comprometerse sobre la evidente premeditación del ataque contra un centro asistencial.

Las colinas de Mrkovici están en poder de las milicias serbias. El del martes es el cuarto bombardeo que sufre el departamento de cirugía abdominal del hospital de Kosevo desde el comienzo de la guerra en Bosnia-Herzegovina.

Lejos de la mesa de negociaciones de Ginebra los habitantes de Sarajevo afrontan un nuevo invierno con menos fuerzas y menos esperanzas que las que podían albergar hace un año. Los ancianos, sin calefacción y sin apenas comida, pueden perder la vida a consecuencia de un simple resfriado. La realidad que vive la capital de la antigua república yugoslava no ha cambiado un ápice. La ciudad está cubierta de un espeso manto. La temprana aparición de la nieve da una imagen menos agresiva de la ciudad. Parte de sus heridas están hoy sepultadas.

Leña y agua

Las calles, incluida la tenebrosa avenida de los francotiradores ofrecen un mayor tránsito de civiles, cargados de leña o arrastrando carritos con bidones de agua. Des de hace un par de meses los bombardeos son menos frecuentes que en los peores momentos de la guerra, pero no por ello menos mortíferos. La gente se confía y la falta de agua y electricidad obliga a los habitantes de Sarajevo a salir a la calle.

La táctica de los sitiadores serbios a las órdenes de Radovan Karadzic es sencilla. Los artilleros y francotiradores que rodean la ciudad se toman largos respiros, pero para no olvidar su oficio descargan breves diluvios infernales de fuego. Así se produjo la reciente matanza de niños que se encontraban en el aula de una escuela.

Una alta funcionaria del Gobierno bosnio reconoce que "la gente está exhausta por tantos meses de guerra. Muchos, los jóvenes sobre todo, quisieran irse a cualquier precio. Pero hay muchos miles de refugiados en diversos puntos de Bosnia que suspiran por volver a Sarajevo tras comprobar la dureza de las condiciones de vida en los centros de acogida. La gente tiene una mezcla de sentimientos contradictorios".

Las purgas llevadas a cabo por el Gobierno de Alia Izetbegovic en las filas del Ejército para combatir el crimen organizado y la corrrupción, además de la disolución de la unidad paramilitar del Consejo de Defensa Croata (HVO), que operaba en Sarajevo, han mejorado la seguridad de la vida cotidiana en la ciudad, que actualmente está a cargo de la policía civil. Los reponsables del Ministerio de Defensa aseguran que el alto mando de la Armija (Ejército bosnio de mayoría musulmana) controla actualmente a sus unidades. La inmensa mayoría de los combatientes croatas del HVO en Sarajevo están ahora encuadrados en una unidad separada de la Armija que depende del alto mando.

En este contexto y a las puertas del invierno, el escepticismo es el sentimiento predominante sobre el resultado de las conversaciones de Ginebra. Izetbegovic lo ha dicho claramente y sus portavoces en Sarajevo lo repiten sin cesar. La división de la ciudad entre serbios y musulmanes, como pretende Radovan Karadzic, es inaceptable para el Gobierno bosnio. Del mismo modo que el presidente croata, Franjo Tudjman, niega toda posible salida al mar a un futuro Estado musulmán. Así las cosas los acuerdos que puedan firmarse sobre el libre paso de los convoyes humanitarios en Bosnia central tienen todos los visos de convertirse en papel mojado a las pocas horas.

Porque como asegura la funcionaria del Gobierno bosnio, "la guerra no terminará". En estos mismos términos se expresa Stjepan Siber, vicecomandante del Ejército bosnio, en declaraciones a Radio Sarajevo: "Desde que nuestra delegación fue a Ginebra el nivel de ataques, tanto de croatas como de serbios se ha incrementado". Siber envió una carta al negociador de la Comunidad Europea, David Owen, y a Thorvald Stoltenberg, representante de las Naciones Unidas, en la que solicita que se presione a las- delegaciones.

Bombardeo de Olovo

Cerca de Sarajevo, unos pocos kilómetros al norte, el pueblo de Olovo fue también duramente castigado en los últimos días por la artillería serbia. Fuentes militares indican que sólo el martes cayeron más de 300 proyectiles sobre la ciudad. La radio también informó de fuertes combates entre serbios y musulmanes alrededor de Gorazde, ciudad situada en Bosnia oriental, donde más de 50.000 musulmanes se encuentran sitiados desde hace meses.

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