_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Noticias

Rosa Montero

Verán, las aventuras y desventuras de Lady Di me traen al pairo. Ella misma me parece un personaje sin sustancia, que ha utilizado demasiado a la prensa para su provecho, sin advertir que así se vende el alma. Y no puedo evitar la pérfida sospecha de que, si la princesa está montando ahora semejante zapatista, es porque se ha encontrado horrorosa en esa zafia foto del gimnasio. Si estuviera más mona quizá el berrinche habría sido menor.Ahora bien, el hecho en sí produce escalofríos: ese cretino sin escrúpulos que traiciona la intimidad de su clienta, ese periódico que corrompe al cretino. El propio Mirror, el diario sensacionalista autor de la pifia, se ufana de ser "el periódico que es la noticia", como dice, con despampanante desvergüenza, en su primera página. Eso es lo malo: el sensacionalismo se inventa las noticias. Manipula no ya los datos de los acontecimientos (que también), sino la propia realidad, creando acontecimientos de la nada, sucesos diseñados a la medida de los más bajos instintos. Esos diarios, esos programas de televisión, no informan de lo que está sucediendo en el mundo, sino que deforman la realidad hasta construir un suceso estúpido, innecesario, a menudo abominable. Es un onanismo informativo que les convierte, en efecto, en la noticia: la descarada frase del Mirror es totalmente cierta, probablemente lo único cierto que hay en todo el periódico. Y es que, aunque los periodistas sensacionalistas siempre alardean de gran sinceridad (se les reconoce fácilmente porque no hacen más que mentar enfáticamente a la verdad), mienten como bellacos. Peor que mentir: alteran la realidad, la suplantan, la envilecen, la convierten en un sucedáneo en el que los dolores se fingen, los sentimientos se venden, el horror es una pantomima y el sufrimiento, en fin, una indecencia.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_