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Entrevista:

"Me gusta el Madrid de portera y gato"

Anda estos días el Arturo Pérez Reverte escritor -autor de La Tabla de Flandes y El maestro de Esgrima, entre otros-, con la nochila que arrastra a todas partes cargada de lápices y carabones levantando planos, fachadas, croquis y mapas de iglesias imaginarias que le ayuadrán a construir el armazón de su próximo edificio literario.En la mochila de periodista, Pérez Reverte -41 años, la mitad en el oficio de recorrer el mundo contando batallas cruentas y reales- lleva navaja, grabadora, aspirinas y un libro siempre a cuestas. Aunque Reverte niega a dicotomía en los oficios de su existencia, ésta le asalta, cuasi a traición, en algunas de las respuestas.

Pregunta. ¿Añoras Madrid cuando viajas?

Respuesta. No soy persona de añoranzas. Quizá por la vida que he llevado, siempre de un lugar para otro, mi casa puede estar en cualquier sitio. Aquí o en Viena; me instalo en un café o en una pensión de El Cairo y no echo en falta nada. Sólo, y eso es inevitable, a la gente que quiero, a los que se han ido y no volveré a ver. Y puestos a añorar, también un poco mi juventud, esa visión del mundo que yo tenía mucho más ingenua y que ahora ya no tengo... cuando creía en los buenos y, los malos.

P. ¿Volverías atrás?

R. Sí, ¿por qué no? Entonces creía en causas justas e injustas, en eso que llamábamos el triunfo de los buenos. Ahora estoy harto de ver cómo ganan los malos; como, por ejemplo, los ministros europeos se quitan de en medio con y verónicas baratas para no dar la cara en el conflicto de la ex Yugoslavia...

P. ¿Necesitas para algo esta ciudad?

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R. Para escribir. No puedo viajar por el mundo mandando crónicas y a la vez hacer literatura. Mis novelas son complicadas de estructura y, además, cuando viajo soy reportero, no novelista.

P. ¿Cómo la definirías?

R. Madrid es fea y hortera pero tiene un encanto especial y a pesar del tiempo y su extensión, no ha llegado nunca a ser una ciudad. Cuando hablo de ciudades pienso en Roma, París, Lisboa, las tres que más me gustan, pero nunca en Madrid como ciudad. Para mí sigue siendo un pueblo encantador y provinciano donde nadie se siente de fuera ni solo.

P. Si pudieras elegir un Madrid, de entre todas las épocas...

R. El de las tertulias y los viejos cafés que cada vez nos roban más; el de Galdós y Larra, el de los novelistas del XIX y principios del XX. Y sobre todo, el Madrid cálido de portera y gato en la escalera, donde todo el mundo se conocía.

P. ¿Qué odias?

R. A los canallas que han aplicado sobre Madrid su mal gusto y su horterismo; esa ambición desmedida que construye Faros de la Moncloa y pone enchufes encima de las Torres Herón. A todos esos hijos de...

P. ¿Cuáles son tus lugares de paseo?

R. Madrid conserva rincones magníficos como la Cuesta Moyano, el Madrid antiguo, los cafés donde apetece pasar horas leyendo o escribiendo, como el Gijón...

P. Cada vez parece ganar en ti más terreno el escritor y menos el periodista.

R. Yo creo que el que ha sido reportero durante tantos años como yo, quien tiene grabadas tantas imágenes y sensaciones no puede abandonar así como así. Siempre digo que el que ha sido cocinero en Maxim's o puta en las Ramblas no puede comer en cualquier parte ni enamorarse con facilidad.

P. Un escritor madrileño que te guste.

R. La verdad es que no sé si los que me gustan son madrileños o no. Me gustan Valle Inclán y Pío Baroja, y ahora leo con placer a Muñoz Molina, que vive en Madrid, y a José Luis Sampedro. Todos han tenido relación con la ciudad.

P. Siempre hay un libro que uno hubiera querido escribir. ¿Cuál es el tuyo?

R. Los tres mosqueteros, sin duda. Lo he leído diez, doce, quince veces...

P. ¿Reivindicas alguna patria?

R. La única posible para mí es la del mar. Pero no un mar cualquiera, hablo del Mediterráneo donde nací. Soy europeo militante pero mis compatriotas más cercanos son los griegos, los turcos, los italianos... ésa es mi patria, el mar, mi única nostalgia.

P. Si tuviera que elegir entre Velázquez y Goya...

R. Velázquez, sin duda; aunque (duda un momento) quizá, como periodista, me hubiera quedado con Goya.

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