_
_
_
_
_
Tribuna:ELECCIONES 6 JUNIO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Papel, piedra y tijera

La ruindad derrota del refranero a la hora de minimizar las derrotas o de agrandar las victorias podría servir a los populares ("nunca segundas partes fueron buenas") y a los socialistas ("quien ríe el último ríe mejor") para resumir el debate de anteayer. Tal vez Aznar lamente en su fuero interno haber desoído a quienes le aconsejaban no acudir a esta segunda cita tras su éxito en Antena 3; pero la norma de que nadie debe levantarse de la mesa de juego cuando va ganando obliga tanto a los caballeros como a los profesionales. Las excelentes intervenciones de un Felipe González liberado de su misterioso ensimismamiento autista de hace nueve días y devuelto bruscamente al principio de realidad han quitado la razón a quienes afirmaban malignamente que la bien ganada fama del actual presidente del Gobierno como polemista temible y comunicador eficaz era un espejismo a punto de desvanecerse. Aznar ganó el anterior debate por su habilidad para imponer los temas de la agenda, marcar el orden del día e impedir que Felipe González cambiase de conversación. Como ese juego circular en que la piedra mella la tijera, la tijera corta el papel y el papel envuelve la piedra, el candidato del PP empleó en Antena 3 la corrupción, el paro y el despilfarro como ganzúas para descerrajar todas las puertas y como perros de busca para cercar con una asfixiante, presión al sorprendido candidato socialista. Anteayer aquella tríada mágica fue sustituida por otra estructura trinitaria (ahorro-inversión-empleo) de escasa utilidad para tales fines; los partidarios de Aznar lamentan que no perseverase en Tele 5 con todos sus viejos recursos. Era improbable, sin embargo, que la reiteración obsesiva de esas técnicas funcionase: los defensas pronto les toman las medidas a los delanteros de un solo regate y el público se aburre al ver siempre la misma jugada. Cuando el candidato del PP repitió sus monsergas sobre la crisis económica y martilleó hasta la extenuación las cifras de desempleo, pareció que entraba en funcionamiento el portentoso artilugio ideado por Bioy Casares para poblar de fantasmas artificiales una isla desierta mediante la proyección infinita sobre el paisaje de imágenes y sonidos previamente registrados; al hablar de política económica, se diría que la prodigiosa maquinaria de La invención de Morel hacía su trabajo mientras Aznar descansaba en su domicilio.

Renunciando a la jerga tecnocrática y dejando en el almario sus murrias personales, Felipe González recuperó su capacidad para hablar como un político. No sólo subrayó las diferencias de orientación -indiscutibles- entre el programa del PSOE y las propuestas del centro-derecha. También resultó convincente al ridiculizar la obstinada resistencia de Aznar para admitir sus evidentes meteduras de pata internacionales, al comparar las actuales simpatías del PP hacia la tolerancia y las libertades con su pobre historial en ese campo (recordó la oposición de AP al divorcio y al aborto) y al mostrar el contradictorio carácter de una política económica que pretende disminuir los impuestos y mantener a la vez los gastos sociales.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_