El sobreentendido
Está entendido. Mejor dicho: sobreentendido. Por consiguiente, eso es lo que hay, y a qué repetirlo tantísimas veces. El que quiera enterarse, que se entere; y el que no, pues bueno, que siga en la ignorancia. España ocupa un lugar en el mundo, los ciudadanos viven mejor que hace 10 años, la crisis es la crisis de Europa y yo, en cualquiera de los casos, he dado repetidas pruebas de que sé enfrentar las crisis y que de ésta vamos a salir como salimos de la que la derecha nos dejó en herencia, mucho más grave, mucho más profunda y que nos cogió con muchas menos defensas. Golfos hay en todas partes y yo voy a echar a los que todavía queden alrededor de nosotros y no hay mejor garantía de mi voluntad que haber puesto a Garzón en las listas, él limpiará. ¿Algo más, compañeros ... ? Gracias, muchas gracias.Vamos, pues, al debate, los debates no se preparan, se hacen y ya está, vamos en busca del estrecho, de pecho y de mollera, digo, vamos a ver qué tal ha resuelto los deberes el muchacho, horita y media tenemos para soltarle la luz a chorros. Menos mal que está sentado: ¿sabéis que no quiso debatir de pie, que es más suelto, ágil, natural y sencillo? No fue, no, por la estatura. Que tuvo miedo de temblar y desvanecerse el muchacho. En 10 años no he sumado un fracaso compañeros: sigo sin haber dado con un adversario a la altura. Yo digo derechona en los mítines, porque es cheli y porque lo entienden los viejos, pero lo que tengo enfrente no es más que el derechito. Ahora bien, de mala fe andan sobrados. ¿Tendrán algún día la generosidad de abrir los ojos un poquito y ver cómo hemos cambiado la vida de los españoles? Pero qué digo, ¿cómo va a tener generosidad el robot? Los robots no tienen alma, ni corazón, ni tripas. Por consiguiente, compañeros, guardaos las fichas. La política es alma, corazón y tripas, y yo tengo todo eso y con eso bastará. ¡Que estudien ellos! Tienen codos de notario, de registradores de la propiedad, de inspectores tributarios; moho, tienen moho en todo el cuerpo.
Y oídme bien, que lo sepáis. Que yo voy, al debate para que ese hombrecillo demuestre su poquedad ante los españoles, su miseria, y porque creo que eso va a bastar para desinflar el globo. Pero por nada más, entendedme. Y no esperéis que me manche ni tan siquiera en demostrar su ignorancia. Él lo va a hacer todo, compañeros. Está tan programado que ni cuenta se hace de lo que se le avecina.
Y oídme, todavía: este debate ni se gana ni se pierde. Os diré más: yo puedo perder las elecciones, que ése es un asunto de la aritmética y no de la historia, pero este debate va a ganarlo sólo el pueblo. Mirad: va a ganarlo aunque se dé cuenta tarde. El pueblo va a saber quién es ese muchacho y lo demás son zarandajas. Yo a veces me, canso de insistir sobre lo evidente. Me entra el desapego, ya lo sabéis. Es tan clara la luz... Que el pueblo juzgue: por sus palabras más que por las mías. Esto va a ser hasta cómodo. Nunca han confiado en el' pueblo; llevan siglos desconfiando del pueblo. El pueblo es fino, tiene olfato, sensibilidad y memoria. Yo lo sé y ellos no pueden saberlo.
Y dejad claro, por Dios, al moderador dos cosas: que no me interrumpa o va a salirme de pronto todo el desprecio, y que el debate lo cierro yo, no sea que el pobre hombre se quede sin habla después de rematarle. ¿Está entendido? Sobreentendido, diría yo.
