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Chicos de servicio

Cada vez más hombres buscan empleo en España en tareas del hogar

Rosa Rivas

Quienes los han probado, laboralmente hablando, alaban su eficacia. Otras personas no quieren romper el prejuicio de que las labores del hogar son cosa de mujeres. Otros y otras hay que traducen la oferta de servicio por algo más íntimo que planchar o pasar la aspiradora. Los chicos también limpian. Eso dicen los cada vez más frecuentes anuncios por palabras de "hombres responsables" que buscan empleo doméstico "internos o por horas". Los españoles se muestran aún reticentes a invadir un reducto "tradicionalmente de mujeres". De momento, es campo de cultivo de extranjeros que buscan trabajo en España.

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"Puedes pensar: 'Qué corte que un hombre extraño toque tus cosas'..., y ¿por qué a un hombre no le da corte que una mujer toque sus cosas? Todo va a la lavadora. Además, si te fías de una asistenta, ¿por qué no te vas a fiar de un chico?", dice la señora de Eddy Garnica, un filipino de 29 años que ha encontrado trabajo al mes de aparecer su anuncio en Segunda Mano y a los dos meses de ser acogido por sus parientes en Madrid.Los Morán -abogada ella, economista él, padres de un bebé de cuatro meses- se fiaron de Eddy y le han "ofrecido una oportunidad", en medio de la sorpresa general de familiares y amigos.

"En España tenemos muchos prejuicios, pero vimos en Eddy unas enormes ganas de trabajar y mucha ilusión. Nuestra experiencia con las asistentas es que quieren ganar dinero trabajando poco. Hemos encontrado chicas con una situación familiar complicada, muy necesitadas de dinero, pero con una apatía laboral tremenda. Tengo la sensación de que el hombre es más serio", dice la señora de Eddy.

Pese a sus bondades, el interno de los Morán dejará el puesto a otro pariente filipino, que sabe hablar bien español, y él trabajará de conserje y jardinero en la comunidad de adosados donde viven sus empleadores.

Propinas a escondidas

De esta forma, Eddy podrá seguir mandando dinero a su numerosa familia filipina y también seguirá echando de menos el barco donde trabajaba como técnico de máquinas.Luciano, primo de Eddy, es ahora cocinero en un restaurante, pero fue asistento en casa de un matrimonio mayor. Ella le contaba sus preocupaciones y le daba propinas a escondidas. El señor, al parecer, era un poco cascarrabias. "Si tú eres honesto y de corazón limpio, no hay motivos para que esté celoso", afirma Luciano.

"¿Será porque soy chico que no me llaman?", se pregunta el boliviano Víctor Vellis, de 35 años de edad, tres en España y varios meses desesperado. Como planchador de camisas en una fábrica no gana suficiente y necesita "hacer unas horas limpiando". Trabajar de camarero le parece "menos tranquilo".

Él está especializado en plancha y costura. "Si no me gustara, no lo haría", dice, aunque "la necesidad te mueve a trabajar de cualquier cosa. No te vas a poner a robar".

"La situación está mal tanto para los chicos como para las chicas. Hay pocos trabajos, pero en el servicio doméstico sí se encuentran", dicen Mercedes y Rosa, de Servihogar, agencia de empleo con más de 10 años de experiencia.

Entre su clientela cuentan con equipos de futbol como el Atlético de Madrid. "Precisamente nos han pedido hombres para limpiar el campo, los vestuarios y todo", comentan.

Al portugués José su experiencia como médico le sirve para atender a un hombre enfermo. También ha sido chófer y no se le caen los anillos limpiando -con su mujer, ahora fallecida, trabajó en el servicio doméstico- Aunque en esto, le va bien, su objetivo es "volver a ejercer en un hospital".

Nassir (de 30 años) y su novia, de Sri-Lanka, llegaron a España como refugiados; los dos, de cabeza al servicio doméstico. El anuncio de Nassir incluye "hablo inglés", pero esto no le ha resultado muy ventajoso. "Quienes llaman buscan españoles", dice.

De momento -con papeles en regla y seguro-, cuida los jardines de una urbanización en Pozuelo de Alarcón (Madrid). A las plantas no les importa que les hable por señas.

El ecuatoriano Alejandro, de 31 años de edad, también aterrizó en España acompañado. Su mujer y él pasaron un año y medio en Alicante trabajando para una familia a cambio de cama y comida. Ella, con el niño de ocho meses, se ha quedado allí, de interna, pero sin seguridad social.

"Servicio nocturno"

Alejandro intenta en Madrid ser interno, pero con seguro médico. En realidad es profesor de matemáticas, pero no le importa "ser un hombre de la limpieza". "Mi papá, abogado, siempre hacía las cosas de la casa, lavaba y planchaba muy bien. Yo también hago esas tareas con gusto. Creo que mejor que una mujer. Ellas no ponen mucho interés, lo hacen obligadas", asegura.Al anuncio de Alejandro han respondido hombres que le pedían "servicio nocturno" o interesados en si sabía dar masajes. También le ha llamado una divorciada, con dos niños pequeños.

"Me quiere como interno y me ha dicho que sólo tiene la habitación de los nenes y la suya, que a ver cómo nos apañamos. Creo que yo podría dormir en el sofá. En su cama, no, que luego el diablo empuja", afirma Alejandro.

Ángel, uno de los pocos españoles en un mercado laboral donde reina la oferta extranjera, piensa que "la gente aún desconfía de un hombre en el servicio doméstico".

"No se creen que estés preparado y te tratan de marica", asegura Ángel. Muchos tíos me han llamado solicitando también otras tareas. Yo no soy gay, pero si lo fuera no mezclaría el curro con las aventuras sexuales. Mi trabajo está al margen".

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Sobre la firma

Rosa Rivas
Periodista vinculada a EL PAÍS desde 1981. Premio Nacional de Gastronomía 2010. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Master en Periodismo Audiovisual por Boston University gracias a una Beca Fulbright. Autora del libro 'Felicidad. Carme Ruscalleda'. Ha colaborado con RTVE, Canal +, CBS Boston y FoolMagazine.

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