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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Expansión y presupuestos

EL PRESIDENTE Clinton presentó su esperado programa económico y lo hizo siguiendo las leyes no escritas de la vida política en Estados Unidos: primero, en la televisión, y después, ante el Congreso y el Senado. Doce años de Gobierno republicano dejan paso a un nuevo estilo, en el qué la política presupuestaria será la protagonista del programa económico. El principal objetivo es el asentamiento de la recuperación de esa economía y, en especial, la actuación sobre el desempleo (ha prometido crear medio millón de puestos de trabajo a corto plazo). Para ello se propone destinar 31.000 millones de dólares (3,4 billones de pesetas) en inversiones y obras públicas básicamente.Paralelamente a ese objetivo reactivador, se busca reducir, o contener, el aumento del déficit público con la disminución de gastos en algunos capítulos y, sobre todo, con el incremento de la presión fiscal: aumentos de impuestos directos sobre la renta, con especial repercusión en las familias con ingresos anuales superiores a 100.000 dólares; aumento de la presión impositiva sobre los beneficios empresariales y aumentos en la imposición sobre el consumo de algunos artículos y servicios, en especial sobre la energía. Clinton se ha visto obligado a abandonar una de sus más emblemáticas promesas electorales: la de reducir los impuestos sobre las clases medias. La lectura inicial del mercado bursátil no ha podido ser más adversa, si bien es cierto que la caída de las cotizaciones ha ocurrido en un momento muy alto de las mismas, con lo que la repercusión ha sido menor.

Por el lado del gasto, lo más relevante son sus propósitos de reducir el capítulo de Defensa en 8.000 millones de dólares en el presupuesto de 1994 y aumentar esa magnitud en años sucesivos para utilizar cada dólar ahorrado en ese capítulo en investigación y desarrollo de usos civiles. Menos explícitos y generosos son los aumentos en gastos de salud, prometidos durante la campaña. Esos dos objetivos de su política económica -reactivación y ajuste presupuestario- son difíciles de conciliar, a pesar del aparente realismo implícito en las hipótesis sobre el comportamiento de aquella economía. Se asume el escenario menos optimista reflejado en las proyecciones de la oficina presupuestaria: crecimiento de la economía del 2,8% en este año y del 3% en el próximo.

El programa presentado por Clinton demuestra, en definitiva, las dificultades de conciliar en la práctica la expansión de la economía con la preservación de la ortodoxia presupuestaria. Todo ello incluso a costa, al menos por el momento, de la dimensión social del programa con la que accedió a la Casa Blanca.

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