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Entrevista:

"Epaña estará en la primera velocidad de la Unión Económica y Monetaria"

Lluís Bassets

Pregunta. ¿Hay o no aplaza miento de los objetivos de con vergencia?Respuesta. Nada de esto ha sido discutido y no creo que vaya a ser discutido. El calendario ha sido fijado en el Trata do de Maastricht y dice clara mente que en 1996 decidiremos si hay un número suficiente de países que puedan hacer la Unión Monetaria.. Todos los Estados miembros se han puesto de acuerdo en hacer lo que sea necesario para cumplir con los criterios de convergencia en 96. La mayoría ha presentado en el Consejo de Ministros programas de convergencia que cubren hasta 94 o 95. Sólo uno llega hasta 96. Lo único que hicimos el lunes fue pedir a los Estados miembros que amplíen sus programas de convergencia hasta el 96, pero esto no significa en ningún caso que se alargue ningún plazo, sino únicamente que veremos las proyecciones macroecómicas de los Estados miembros hasta esta fecha.

P. ¿Pero es sólo, por razones técnicas o debido a una situación de graves dificultades para la UEM?

R. Es sólo por razones técnicas. Nadie ha pedido una prórroga en el programa de convergencia. Además, cada Estado miembro tiene el derecho a decidir cuándo lo terminará. Cada programa de convergencia es responsabilidad del Estado miembro y el papel de la CE es sólo revisarlos y actuar de testigos. Los otros Estados miembros tienen únicamente el derecho de expresar sus opiniones. Algunos dijeron fuera de la reunión, quizá por diferentes razones, que sería difícil conseguir hacer las cosas tal como habíamos planteado, pero igualmente podemos hacerlo en el 96. No se discutió, por tanto, ningún aplazamiento.

P. Pero en cualquier caso, el mensaje que recibe el ciudadano es que, en un momento de recesión, se decide alargar los programas de convergencia. ¿Se alargan los programas porque están funcionando Mal las políticas de convergencia?

R. No. Es una simple confusión, porque no hemos pedido a los Estados miembros que cambien absolutamente nada. Se trata únicamente de hacer un seguimiento más continuado de los programas de convergencia. Irlanda, por ejemplo, tiene pocos problemas de cumplimiento y en cambio queremos estar seguros de que sigue el programa. Queremos estar seguros de que un país que ha conseguido su objetivo en el 94 sigue cumpliendo en el 96 y en el 97.

P. Ustedes hablan de coordinación de política económica, pero realmente hay una cierta descoordinación en sus declaraciones sobre los programas de convergencia o la doble velocidad monetaria. ¿Cuál debe ser el papel de la Comisión a la hora de emitir juicios sobre los países?

R. ¿Qué dijimos sobre España?

P. Usted asistió al Consejo de Economía. El ministro español, Carlos Solchaga, solicitó ayer que no hagan ustedes declaraciones inoportunas sobre estas cuestiones.

R. No tengo ni idea.

P. Así ha sido comprendido por todos, como una respuesta a unas declaraciones de Jacques Delors.

R. La Comisión tiene en este campo el mismo papel que en las otras áreas de la CE: asistir al Consejo para aplicar las disposiciones del Tratado. Tenemos la obligación de defender el espíritu del Tratado y, por supuesto, tenemos el derecho de explicar a la gente la estrategia que hemos decidido y la razón de nuestras decisiones.Pero por regla general somos muy cuidadosos y no criticamos gobiernos concretos, porque entendemos que pueden encontrarse en situaciones difíciles. Está claro, sin embargo, que tenemos opiniones sobre los procesos económicos. He dicho públicamente que sería muy importante para la economía europea que Alemania tomara decisiones sobre la Financiación de la reunificación. He hablado públicamente sobre los esfuerzos de Italia o de Grecia. No creo que sea ofensivo ni que deba ser objeto de malentendidos. Y además, no creo que se haya dicho nada especial a propósito de España. Pienso que el programa español de convergencia es uno de los más impresionantes de cuantos se han presentado. Cuando se me ha preguntado sobre España he dicho siempre que pienso que es uno de los países que puede participar y formar parte de la UEM al principio de la tercera fase. Pero no se qué dijo exactamente el señor Solchaga.

P. Solchaga dijo también que no era pertinente hablar del desempleo como nuevo criterio de convergencia. Usted conoce las últimas cifras sobre el desempleo en España. ¿Qué piensa usted de la inclusión del paro entre los criterios de convergencia nóminal?

R. Los criterios de convergencia versan sobre convergencia nominal y no creo que puedan ser objeto de interpretación. Versan sobre inflación, sobre déficit, sobre deuda y sobre tipos de interés. Una cosa distinta es la cohesión económica y social, y es en este contexto donde hay que hablar de estos problemas. La convergencia es nominal. Eso no significa olvidar la cohesión.

P. Pero hay quien cree que hay contradicción entre ambas cosas.

R. No creo que tengan razón. Si miran como se comportan las economíasen los países desarrollados, verán que las más exitosas son las que han seguido la disciplina presupuestaria y la política de bajos tipos de interés. En los países con depreciaciones, altos tipos de interés, amplio déficit público, en cambio, ya vemos qué resultados se obtienen. Pienso que el camino adecuado es aumentar la competitívidad de la industria española y bajar los tipos. Ésta es la estrategia que fortalecerá la credibilidad de la economía y atraerá inversiones extranjeras, que no acuden a los países con inflación.

P. Hay cierto temor en España a quedarse en una segunda velocidad monetaria o a que se cree un núcleo duro del SME.

R. No comparto este temor. Durante la conferencia de Maastricht discutimos la propuesta de que un núcleo de países realizara la moneda única y luego invitara a los otros a unirse a ellos. Esta idea fue duramente rechazada por una mayoría, en la que estaba la Comisión y España. Si mira qué dice Maastricht verá que nadie puede prever qué países estarán y qué países no. El Tratado está hecho de tal forma, que si se llenan los criterios se puede estar en la UEM, y esto fue el resultado del rechazo de la doble velocidad por parte de la Comisión. Son temores infundados.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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