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El fuerte aumento del paro eclipsa la previsión de reactivación en el Reino Unido

Enric González

La recuperación económica parece estar tan lejos en el Reino Unido como en los demás países comunitarios. El primer ministro, John Major, y su ministro de Finanzas -canciller del Exchequer-, Norman Lamont, han afirmado en las últimas semanas que la economía británica estaba al fin levantando cabeza. Pero los números indican lo contrario: el desempleo sigue rampante y se acerca a los tres millones de parados, y lo que es más significativo, las ventas permanecen bajo mínimos.

El pesimismo de los mercados y la perspectiva de otra reducción en los tipos de interés provocó ayer una nueva depreciación de la libra, por segundo día consecutivo. La moneda británica fijó ayer un cambio de 2,45 marcos.

Primero fueron los datos sobre el comercio en diciembre, un mes tradicionalmente fuerte en gasto en el que, sin embargo, las ventas se redujeron un 0,7%. El Gobierno esperaba un indicador muy positivo, por lo que el dato cayó como un jarro de agua fría sobre Downing Street.

Luego fueron los datos sobre producción industrial en noviembre, que reflejaban una disminución del 0,5%. Y ayer se publicaron los datos de empleo en diciembre: 60.000 parados más, con lo que el total se situó en 2,973 millones, un 10,5% de la población activa. Se trata de un porcentaje muy alto para un país sin salario mínimo, donde abunda el subempleo. El mercado de trabajo no estaba tan deprimido desde 1987, año en que se produjo una rápida recuperación en plena bonanza económica en Europa.

Norman Lamont tenía todas sus esperanzas depositadas en un aumento de la confianza de los consumidores, que incrementara la demanda interna. Todo parece indicar, sin embargo, que los británicos temen perder su empleo y gastan lo menos que pueden. Los analistas consideran que Lamont se verá forzado a reducir nuevamente los tipos de interés, ahora del 7%, para estimular el gasto.

Un círculo vicioso

Los mismos analistas señalan que una mayor relajación en la política monetaria contribuiría a depreciar la libra esterlina (que ya se ha devaluado un 17% desde el verano) y a generar inflación. "Es difícil generar confianza con cifras de desempleo tan negativas, y es difícil suavizar aún más los tipos de interés sin poner en peligro la libra; es como un círculo vicioso", señaló John Shepperd, del banco de negocios SG Warburg.Las dificultades económicas provocaron ayer un áspero enfrentamiento parlamentario entre John Major y el líder de la oposición laborista, John Smith. Los apuros de Major empeoraron al conocerse el informe de una comisión de la Cámara de los Comunes, con mayoría conservadora, que se oponía al plan gubernamental, presentado en noviembre, de cerrar casi todas las minas de carbón.

El primer ministro tuvo que admitir implícitamente que se batía en retirada respecto a las minas, pero defendió ardorosamente la política económica de Norman Lamont con los argumentos de siempre: todo estaba a punto para la recuperación, con tipos de interés moderados e inflación controlada; sólo hacía falta que empresarios y consumidores adquirieran confianza. Smith replicó que, sin inversión pública y sin política de empleo, la confianza era imposible.

Los únicos indicadores positivos de que disponía el Gobierno eran los de comercio exterior. Las exportaciones han crecido un 12% en los dos últimos meses, reflejando la competitividad aportada a las empresas británicas por la devaluación. También los empresarios afirman tener confianza sobre la salida de la crisis, según la última encuesta de las Cámaras de Comercio.

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