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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Abogados y prensa

Me quedé muy preocupado el otro día leyendo en Abc, al lado de una foto del decano electo del Colegio de Abogados de Madrid, lo siguiente: "Bernardo Cremades se equivocó al publicar su artículo programático en el Diario Gubernamental, lo que suscitó muchos recelos, aumentados cuando el mencionado periódico le traslució su apoyo, en sectores de la profesión partidarios de que el colegio sea independiente y se dedique a la defensa y libertad de la abogacía. Luis Martí Míngarro acertó al publicar su artículo programático en un diario independiente, al cual hizo además una declaración que ha sido clave para su victoria: si para ser un buen decano tengo que incomodar al poder, lo haré".¿Es o no para preocupar? Hace casi 20 años que el Colegio de Abogados no cambia de manos, y es muy probable que, si Dios da salud al señor Martí y Abc le apoya, esto dure otro tanto. Todos contentos -yo el primero- si eso fuese bueno para los abogados y para sus clientes. Pero hay unos indicios que nos alertan de que la perversión a la que hemos llegado no será buena para nadie.

Si Abc tiene razón -y admito que la tenga-, resulta que la mayoría de los abogados votantes ve con agrado la beligerancia del colegio hacia el poder, se entiende, hacia el poder que ahora ocupa el Gobierno.

Se supone que, si el poder cambiase, sucedería todo lo contrario, es decir, habría que defender al colegio contra la oposición, como sucedía en tiempos de Franco.

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Todo esto es muy aburrido y vulgar. Escribo sobre ello decepcionado, al ver lo poco que cuenta el individuo, aun en profesiones señeras, cuando se le estimulan sus impulsos más primarios, ya sea desde la oposición, ya desde el poder. El Colegio de Abogados de Madrid -quién lo duda- es un poder, para cuya subsistencia es imprescindible la colaboración del poder político, a través de la concesión en exclusiva que supone la colegiación obligatoria y el colegio único. Ése es el círculo vicioso en el que nos movemos, y en el que, por lo visto, nos vamos a seguir moviendo.

No discuto -Dios me librela legitimidad del triunfo en las urnas del señor Martí, a quien envío desde aquí mi felicitación más sincera. Pero hay que convenir que su triunfo pone en entredicho la bondad del sistema vigente. Me decía hace poco un ilustre abogado, español, recientemente elegido diputado del Colegio de Abogados de París, que en este colegio los mandatos duran tres años y que no hay reelección. Lo mismo ocurre, al menos por lo que respecta al decaigo, en el Colegio de Barcelona. Esta es una fórmula que, aun manteniendo la obligatoriedad de la colegiación, a lo mejor sirve para que los abogados no tengamos que pedir permiso a ningún periódico antes de presentarnos a las elecciones del colegio.

. Abogado.

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