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El acto central del 20-N revela la división interna en el seno de la ultraderecha

Las tensiones y las divisiones internas existentes en el seno de la ultraderecha española quedaron ayer patentes en la tradicional cita en la madrileña plaza de Oriente para conmemorar el aniversario de la muerte de Francisco Franco. Este año se cumplen 17 de la muerte del dictador y 100 de su nacimiento. Menos de 8.000 personas, según estimación de la policía, acudieron al acto, uno de los niveles más bajos alcanzados. Como en años anteriores, el acto estaba convocado por la Confederación de Combatientes y en él no se permitió que tomara la palabra el presidente del Frente Nacional, Blas Piñar.

No asistió al acto la hija del dictador, Carmen Franco Polo, y tres ultras fueron detenidos.Pasadas las 11.30 una columna de jóvenes pertenecientes en su mayoría a los recién fusionados Frente Nacional y Juntas Españolas enfilaban en Madrid la calle de Arenal en dirección a la plaza de Oriente. La pancarta rezaba un propósito: "Unidad". Por detrás, 300 dieciocho añeros. Profusión de camisas azules y banderas españolas con los símbolos del franquismo.

A diferencia de otras manifestaciones anteriores de signo ultra, es esta ocasión fue notable, la ausencia de indumentarias, e intrumentos paramilitares y de signos nazis. Piñar, presidente de la formación resultante de esta fusión, Frente Nacional Español, tenía bien aleccionados a sus chicos. La virulencia fue oral. "No nos mires, únete; si eres rojo, jódete; Juan Carlos, Sofia; la horca está vacía; se va a acabaaaar, se va a acabaaaar, la monarquía liberal; Felipe, Guerra, hijos de perra".

La hipotética implicación ultra en el asesinato en el barrio madrileño de Aravaca de la dominicana Lucrecia Pérez, ocurrido el pasado día 13, fue desmentido a voz en grito: "Aravaca, manipulación". Más sorprendente resultó otro lema coreado, "inmigrante, adelante", ya que Juntas Españolas ha sembrado Madrid con carteles que rezan "stop a la inmigración". No faltaron gritos en favor del golpista Antonio Tejero y de Ricardo Sáenz de Ynestrillas, preso por presunta implicación en el asesinato del diputado de HB Josu Muguuza.

Dispositivo policial

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El dispositivo policial era espectacular: varios helicópteros, una decena de furgones; un amplio cordón policial paralelo a los manifestantes; agentes apostados en cada bocacalle y funcionarios que grababan en vídeo sin disimulo imágenes de los asistentes. Por toda respuesta, esta comitiva se limitó a proclamar "Con Franco la policía no moría".Este grupo ultra, al llegar a la Plaza de Oriente, acalló momentáneamente con su griterío el discurso que leía José Luis Navarro, en nombre de la Confederación de Combatientes. Allí, en la plaza, se hallaban ya congregados unas 4.000 personas, en su mayoría de avanzada edad. Los claros en la plaza eran notorios. Tras el estrado, la calzada de la calle de Bailén se hallaba vacía, al igual que la acera del Palacio de Oriente.

Todos los asistentes se concentraban en la plaza y aún en ella afloraban los claros. Atravesar la plaza de un extremo a otro y subir al estrado de oradores se hacía en escasos segundos, con comodidad, algo que en cualquier otra edición del 20-N habría sido impensable. Un ultra se quejaba: "¿Pero dónde están las masas que había aquí en el funeral de Franco?".

Pese a todo, los organizadores hablaban de 75.000 asistentes. El discurso leído repartió varapalos y parabienes. Se acusó a Manuel Fraga, presidente de la Xunta, sin citarlo, de "la desespañolización de Galicia". Y un elogio para Juan Pablo II: "Ha sido una de las palancas con que Dios se ha servido para derribar al gigante de pies de barro, como Franco vaticinó hace muchos años, que caería. Él ha abierto los brazos de la Iglesia a los primeros mártires de la Fe en España. Los combatientes españoles piden que Dios le conserve muchos años al frente de la Iglesia del siglo XXI".

"Ni por Mastrique ni contra Mastrique. Los combatientes del 18 de julio defienden una Europa cristiana". Y una precisión histórica: los soldados españoles destacados en Bosnia, "hoy, como ayer, luchan contra la agresión serbia, que sigue siendo comunista". Se atacó el paro, la corrupción, el despilfarro e incluso la baja natalidad, y se aclaró que "es inútil hablar de concordia y paz".

"Que hable Blas Piñar, que hable Blas Piñar" gritaban cientos personas en la plaza de Oriente. Los organizadores del acto, impasible el ademán, dieron salida por la megafonía a todo volumen a los primeros compases del Cara al Sol, himno falangista.Los gritos en favor de que hablara el presidente del Frente Nacional se fundieron con la letra de la canción. Piñar, que ni entonó el Cara el Sol ni saludó al estilo fascista, abandonó discretamente el estrado. El malestar del Frente Nacional era un secreto a voces que un vociferante ultra resumía así: "Esto es una mierda. Nos ha pillado desprevenidos. Hemos venido porque, creíamos que iba a hablar". Otro de los asistentes sentenciaba: "Esto es una maniobra de la Zarzuela". La causa de que no le dejaran intervenir fue que no figuraba entre los convocantes de la concentración.

"Grandes ideales"

Sí habló el recién nombrado presidente de la Confederación de, Combatientes, el ex ministro franquista Antonio María de Oriol y Urquijo, que convocó al 20-N de 1993 para defender "los grandes ideales de Dios y de España".Un espontáneo orador de Nación Joven tomó el micrófono y criticó la nostalgia que envolvín el texto leído y el acto. El joven reclamó un discurso político, y convocó a una manifestación contra el ministro del Interior, José Luis Corcuera, los periodistas y la inmigración para el día 28. Durante la jornada, carente de graves incidentes, fueron detenidos tres ultras, dos por proveerse de piedras, y un tercero por enfrentarse a los agentes.

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