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Sicilia aún esclaviza a sus mujeres

La familia política de una joven de Palermo la desnuda en el balcón por presunta infidelidad

"Se inventaron la traición porque siempre me han odiado", dice Beatrice, de 20 años, con un niño de uno y medio llamado Leonardo. Dicen quienes la han visto que es una siciliana pequeña, de rizos negros que le caen sobre los hombros y un flequillo que le cubre cinco puntos de sutura en la frente. Beatrice ha saltado a los periódicos por haber sufrido el último episodio del delito de honor en Palermo, donde su suegra y sus cuatro cuñados -dos hombres y dos mujeres entre los 27 y los 33 años- la expusieron en el balcón de su vivienda, tras apalearla y arrancarle el vestido, para vengar una supuesta infidelidad conyugal, que ella niega.Cuenta que estaba en casa con una amiga, lavándose la cabeza, cuando oyó imprecaciones e insultos y vio entrar a su suegra, Providenza La Vara, de 52 años, bien escoltada por los cuatro cuñados. Fue la madre. de su marido quien inició el rito, estrellándole en la cabeza una figura de cerámica de Capodimonte, mientras los demás la emprendían a patadas, puñetazos y golpes, que incrementaron a medida que ella empezó a sangrar y a pedirles que la dejasen. Pero la familia La Vara, llena de sanos principios patriarcales, teniendo muy claro dónde deben llegar los vengadores del honor y bien conocida la localización de éste a la altura de la ingle, no consideró necesario el trámite de probar la acusación antes de ejecutar la sentencia.

Cuando Beatrice quiso alcanzar el balcón para pedir ayuda, sus cinco asaltantes se abalanzaron sobre ella haciéndole trizas el vestido y dejándola en ropa interior. "Si quieres salir, lo harás desnuda. Así verán todos que eres una puta", dijeron mientras la exhibían ante los transeúntes.

La madre de Beatrice, que vivía cerca, oyó el llanto de su hija y los gritos e insultos de sus agresores, y se presentó a tiempo para llevársela al hospital. Allí le apreciaron traumatismo craneal, dos dientes rotos y lesiones varias, y le dieron cinco puntos de sutura en la frente. Provvidenza La Vara y sus cuatro hijos están ahora acusados de secuestro, malos tratos, golpes, lesiones e injurias. "Tenía que denunciarles. No podía hacer otra cosa", se ha justificado Beatrice.

Mientras la víctima estaba en el balcón, ningún viandante llamó a la policía. Miraban, comentaban, reían. Es, aún, la Sicilia que la joven Lara Cardella describió en su libro autobiográfico sobre la situación de la mujer en la isla, Quería llevar pantalones, libro que le costó tener que salir corriendo de allí. Es una Sicilia negra alimentada por sentencias judiciales como la que en diciembre de 1987 firmó el tribunal de Trapani, considerando atenuante para un pescador que mató a su hermana de 13 años el que lo hubiera hecho "con el único fin de convencerla a volver al buen camino", ya que pensaba que no tenía compañías adecuadas.

Los jueces consideraron los "motivos de particular valor moral y social" que llevaron al asesino a matar a su hermana "para salvarla". Hasta ordenaron explorar el cadáver para ver si era virgen. Como chasco para su desvarío jurídico, encontraron el himen intacto.

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