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El embajador dominicano se reúne en Aravaca con el concejal ante 300 compatriotas

Gabriela Cañas

El embajador de la República Dominicana en España, Rafael Gautreau, apareció ayer, como había prometido, en la plaza de la Corona Boreal, de Aravaca, donde se reúnen cada jueves y domingo cientos de compatriotas suyos. Tenía cita con el concejal del distrito, Luis Molina, que prefirió esperarles dentro del centro cívico de Aravaca. Fuera estaban concentrados los inmigrantes. El embajador se reunió con Molina en una salita durante 10 minutos y salió hablando de acuerdos y colaboración mutua. Lo del diplomático fue ayer una excepción, porque a los dominicanos no les dejan entrar en el centro municipal' enclavado en este parque, ni siquiera para usar los aseos.

En la puerta del centro cívico, el diplomático dominicano aseguró haber llegado a un acuerdo con el concejal del Partido Popular para buscar un lugar en el que los inmigrantes puedan reunirse. Volvió a mostrar su rechazo a actuaciones violentas como la del pasado domingo en ese mismo lugar, donde unos 200 dominicanos apedrearon a la Policía Municipal tras la detención de cuatro personas, pero mantuvo una postura apaciguadora."Yo no creo que haya aquí tanto rechazo a las dominicanas como dicen", afirmó. "Muchos españoles confían sus propios hijos a mujeres dominicanas. Ése es un dato muy significativo".Los 300 ciudadanos dominicanos concentrados ayer en el lugar no permitieron que el embajador se marchara sin oír antes sus cuitas. Luis Molina, en cambio, pudo abandonar el sitio casi inmediatamente. Antes de hacerlo aseguró estar dispuesto a buscar una solución, y cuando se le dijo si de momento dotarían al parque de aseos públicos, contestó que "de ninguna manera".

El delegado del Gobierno, el socialista Segismundo Crespo, que el pasado lunes prometió intervenir en el asunto y arreglar el tema antes de irse a Bruselas, ni siquiera apareció. Luis Molina aseguró no haber recibido noticias del delegado gubernativo interesándose por el problema.

Ayer había en la plaza de la Corona Boreal muchos menos dominicanos de lo que es habitual. "Los peores no han venido. Las prostitutas se ponen allí en la calle de la Galaxia y allí hacen de todo. Pero hoy no están. Lo dejan todo hecho una porquería".

Los 300 dominicanos que sí acudieron ayer a su parque aprovecharon la presencia de políticos y periodistas para explicar sus razones. "En nuestro país existe mucho la costumbre de reunirse en los parques", explica. "Aquí siempre encuentras a un amigo que se va para allá y les puedes dar un paquete, o a otro que te puede prestar 1.000 pesetas. No hacemos nada malo".Discusiones entre mujeres

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A medida que caía la tarde, muchos vecinos de Aravaca iban llegando y la atención empezó a subir en los corrillos. Las mujeres fueron las que más enconaron las discusiones. "Nosotros no somos racistas", decía una ante una cámara. "Queremos que les arreglen el problema. Estamos contra la masificación, porque toda masificación es mala. Hay muchos sitios donde podrían ir a reunirse, como a la Casa de Campo, donde hay pabellones sin utilizar", aventura la mujer.

A algunas mujeres hubo que separarlas. "Algunas serán prostitutas, señora, pero yo también he visto putas españolas", decía una exuberante dominicana. "Pues ya tenemos suficiente con las nuestras para que encima vengan de fuera", contestaba una señora. Una tercera dominicana gritaba con lágrimas en los ojos: "No matamos, no robamos, no violamos. Soy una madre de familia que vive de su trabajo", y dándose golpes en el pecho: "Me llamo Toña González Calderón. Póngalo donde sea".

Sólo los políticos de la oposición municipal, Izquierda Unida y el PSOE, anunciaron allí su total apoyo a los inmigrantes. "Querernos que sepáis que podéis contar con nosotros para hacer vuestras reivindicaciones", decía Alfredo Sánchez, de IU, en el centro de un grupo de 20 dominicanos. "Este no es un problema policial, porque aquí no hay delincuencia", decía Patrocinio de las Heras, concejal socialista.

"Nunca nos mezclamos"

El parque de la plaza de la Corona Boreal es muy grande, y está partido en dos por el centro cívico. En un lado, el más pequeño, se reúnen los dominicanos. En el otro, enorme, hay un tiovivo, y a media tarde, sólo unos cuantos vecinos con sus hijos. La mayoría de los que ayer tenían que pasar por la zona dominicana lo hacían bordeando el parque. "Nunca nos mezclamos", decía Víctor Alcántara, un joven inmigrante.Cuatro empleadas de hogar comentaban sus problemas laborales. "Yo vengo aquí mi día libre, porque si me quedo en casa siempre me mandan algo que hacer". "¿Ustedes se irían a un centro a reunirse aunque estuviera lejos de Aravaca?". "Claro, la cosa es que nos dejen tranquilas". Margarita, que también es empleada de hogar, coincide con muchos de sus compatriotas en que uno de los problemas de los dominicanos es que son muy "chillones". En efecto, caída ya la noche, en la zona grande del parque reinaba la tranquilidad. La otra era puro Caribe. En el centro, dentro del local municipal donde algunos jugaban a las cartas o veían la televisión, varios policías municipales vigilaban los movimientos de los dominicanos.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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