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La Guardia Civil rodea todo un pueblo para prevenir una venganza de 'cabezas rapadas'

Juan Carlos Sanz

Efectivos de la Guardia Civil montaron puestos de control el pasado fin de semana en los accesos a Villamanrique de Tajo (570 habitantes, a 62 kilómetros de Madrid) para prevenir un posible ataque de cabezas rapadas. También vigilaron la discoteca La Playa, donde el pasado día 15 el guardia Óscar P. B., de 23 años, agredió a los empleados cuando estaba fuera de servicio y "con síntomas de embriaguez",- dicen algunos testimonios. Al regresar al cuartelillo, el agente se suicidó con su pistola. Su madre y su hermano -"un cabeza rapada", según testigos- visitaron la pasada semana el pueblo, acusaron a los vecinos de la muerte del agente y anunciaron la llegada de un grupo de skin heads para vengarle.

Villamanrique de Tajo parecía todavía ayer un pueblo amedrentado. Un veraneante de la capital fue el primero en informar a la cadena SER de la insólita operación policial -el control de todas las entradas a la localidad-, ante la amenaza de la llegada de una banda de skins. Tanto los vecinos como un portavoz de la Dirección de la Guardia Civil prefirieron restar importancia a los hechos.El instituto armado se limitó a confirmar ayer que cerca de las cuatro de la madrugada del pasado día 15, el agente Óscar P. B., nacido en 1969 y que ingresó en el cuerpo hace tres años, se encontraba franco de servicio en la discoteca La Playa, de Villamanrique, una pista de baile al aire libre situada en un extremo del parque municipal. En el local, el guardia discutió con un empleado -"seguramente por cualquier tontería", según fuentes del cuerpo- y luego -'WÚscado" y contrariado"- regresó al cuartelillo, donde se suicidó. El portavoz de la Guardia Civil añadió que el joven fue atendido por una UVI móvil del Instituto Nacional de la Salud, que le trasladó a un centro sanitario, donde falleció a las siete de la mañana.

En previsión de que se produjeran incidentes el pasado fin de semana, la Guardia Civil asegura que dispuso un "discreto" servicio de vigilancia en el pueblo, integrado por "cuatro agentes" y que "no ocurrió absolutamente nada".

Tres dotaciones

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Sin embargo, el alcalde de Villamanrique, el socialista Manuel García Porras, afirmó ayer que los pasados viernes y sábado, efectivos de la Guardia Civil del puesto local y de los cercanos municipios de Colmenar de Oreja y Villarejo de Salvanés montaron puestos de control en las tres carreteras de acceso al pueblo con vehículos todoterreno. García Porras ha pedido al instituto armado que se mantenga la vigilancia míentras persista la amenaza de los cabezas rapadas.

Una empleada de la discoteca La Playa aseguró que también se situó un dispositivo de control en el establecimiento, en el que participaron "agentes de paisano".

El guardia óscar P. B. acudió a la discoteca La Playa en la madrugada del día 15. Había pasado parte de la noche en locales de diversión de Fuentidueña, a unos 10 kilómetros de Villamanrique, y presentaba signos de "estar bebido", según los vecinos. El agente se dirigió al pinchadiscos para exigirle que dejase de poner sevillanas. "Dijo que no le gustaba la música de gitanos y moros", comentó ayer una joven de Villamanrique. Ante la negativa del pinchadiscos, el guardia le tiró un vaso a la cabeza y le produjo una contusión, según una empleada del local. Posteriormente esgrimió un puño de hierro (arandela metálica que se ajusta a los nudillos) para atacar a las personas que intentaron reducirle.

Según la versión de los empleados, el agente vestía el típico atuendo de los cabezas rapadas: botas de militar, pantalones negros ajustados y una camisa oscura. "Llevaba el pelo muy corto", a.segura una trabajadora de la discoteca. El agente abandonó el local gritando que volvería para ajustarles las cuentas y amenazó a "todo el pueblo". Aseguró que iba al cuartel para recoger su pistola.

El cabo primero que se encontraba ayer al frente del puesto de la Guardia Civil de Villamanrique eludió dar explicaciones sobre los hechos: "Sólo puedo confirmar que el agente se suicidó con su arma reglamentarla y lamentar la muerte de un companero

Fuentes de la Guardia Civil señalaron ayer a la agencia Efe que al llegar a su acuartelamiento, el agente se dirigió al pabellón de solteros, en el que se encuentra su cuarto, y recogió su arma con la intención de acudir inmediatamente a la discoteca. Sin embargo, cuando iba a salir a la calle, el agente que estaba de guardia en el puesto le cerró el paso. En ese momento, Óscar P. B. se disparó un tiro.

El agente padecía problemas psicológicos que habían aconsejado su traslado, hace cuatro meses, a Villamanrique de Tajo, un destino considerado "tranquilo" por los mandos de la Guardia Civil. Los responsables del instituto armado estudian adoptar medidas de protección para prevenir las actuaciones violentas de grupos de cabezas rapadas formados por amigos del fallecido.

Esperando a los bárbaros

Madrid "Decían que iban a llegar el viernes por la noche dos autobuses llenos de cabezas rapadas desde Madrid", aseguraba ayer temerosa una muchacha de Villamanrique de Tajo. Los rumores sobre la posible operación de castigo de los skins todavía circulan de boca en boca. "¿Miedo? Claro que hay algo de miedo; si no, ¿por qué tantos guardias?", alega el propietario de un bar.

El pasado fin de semana apenas hubo clientes en La Playa. "Con todos estos líos, nos van a arruinar el fin de temporada", se quejan sus empleados. El dueño, Manuel Lorden, ha pedido protección a la Guardia Civil. La semana pasada, una visita a Villamanrique de la madre y del hermano skin del guardia fallecido sembró la inquietud en un pueblo de muros encalados -entre manchego y andaluz- donde todavía dejan las bicicletas sin candado.

Pero no han aparecido cráneos afeitados por las calles de Villamainrique. Los cabezas rapadas, son una tribu urbana de ideología fascista y, ante todo, racista. Los vecinos, que en su gran mayoría viven de la agricultura en las vegas del Tajo, temen la venganza de los bárbaros. Por ahora prefieren no conversar con desconocidos.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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