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Efímera esperanza para los sitiados en Gorazde

Tres generaciones se asoman a una destrozada ventana de Gorazde para contemplar la llegada a la sitiada ciudad bosnia del primer convoy de la ONU con ayuda humanitaria. Los cascos azules hallaron, entre las casas destruidas y los socavones causados por las bombas serbias, una población desesperada que les colocaba flores en la solapa. El convoy, llegado el sábado, regresó el domingo a su punto de origen, Sarajevo (otro infierno), no sin antes verse bloqueado durante horas por las minas sembradas en la carretera. Y la rutina volvió a instalarse en Gorazde: bombas, hambre y una vida en los refugios subterráneos.

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