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Reivindicación del intelectual práctico

Joaquín Estefanía

La retirada de la política activa, después de tantos años de ejercerla, de Francisco Fernández Ordóñez y el nombramiento de Luis Ángel Rojo como gobernador del Banco de España suscitan, una vez más, la cuestión sobre la bondad de la participación del intelectual en la vida pública, debatida permanentemente desde el escándalo Dreyfus en la Francia de finales del siglo pasado. Hay en la personalidad de ambos algunos caracteres que permiten la analogía con los de un gran intelectual-político español, probablemente el paradigma de este espécimen de ciudadano en nuestro país: Manuel Azaña.En la España del último siglo no ha gustado, por lo general, el maridaje entre el pensamiento y la política.

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mente técnica: "Cuando las gentes de mi generación echamos la vista atrás y recordamos lo que era la economía de este país hace 30 años, al iniciar nuestra vida profesional, encontramos algún motivo de satisfacción. Nos resistimos a pensar que los economistas -nuestros hermanos mayores, nosotros y las generaciones que nos han seguido- no hayamos tenido que ver con ese cambio profundo. Aquellos eran tiempos sombríos; los actuales no lo son, pero están cargados de problemas. El mundo mira hoy a España con interés y simpatía, y la respuesta a esa oportunidad habrá de pasar, como siempre, por una mejora de nuestra economía. Así que mucho me temo, Majestades, que los economistas seguiremos dejando oír nuestra voz, aunque a veces sea incómoda".

El profesor Rojo (es sorprendente que todavía se le conozca por su calificativo didáctico en muchos ámbitos sociales) fue uno de los introductores del pensamiento keynesiano en España, del que ha ido evolucionando hacia posturas más matizadas, críticas ante la dinámica del intervencionismo y partidarias de la eficacia económica "como valor incómodo -otros valores le ganarán siempre la mano en atractivo y en capacidad para generar adhesiones-. Y, sin embargo, el criterio económico es condición indispensable para que la realización de otros valores pueda progresar de modo duradero".

Azaña, Ordóñez, Rojo..., personajes que, cada uno en su tiempo y en sus circunstancias y niveles de decisión política, contribuyen a dignificar la función pública, tan devaluada hoy por la acumulación de escándalos y por la sensación de alejamiento de los gobernados respecto a sus políticos. Con posicionamientos muy controvertidos y divergentes a veces, son, a su vez, intelectuales que han elegido abandonar la exclusividad de su marchamo teórico y mancharse las manos con lo más cotidiano. Reformistas y modernizadores, se han debatido de manera constante entre el pensamiento y la acción. Posiblemente, si al final tuviesen que escoger, dirían que el mundo de la política es un dios menor.

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