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El talento reclamó la palabra en Chamartín

Jorge Valdano

La hegemonía de la táctica. La preocupación por contrarrestar al adversario definió el partido. Muchas faltas tácticas y muchas persecuciones individuales. Los dos equipos se ataron demasiado. Se creó un ambiente desangelado. Las individualidades quedaron siempre supeditadas a las respuestas colectivas. Sin embargo, el talento siempre encuentra la posibilidad de rebelarse a los mandatos de la pizarra.El tanto se saltó el protocolo. Al jugarse el partido bajo el imperio de dos sistemas que convierten en esenciales a los carrileros, se terminó convirtiendo el centro en un producto tópico. Los laterales ahora van y vienen con parecidas dotes atléticas pero con un distinto grado de lucidez. La diferencia la marcó Hagi desde la banda en una ocasión, después de la abundancia de centros desmedidos. Hagi se atrevió con uno medido. Allí quedó marcada la diferencia entre calidad y cantidad. En el resto de los goles, quedó grabado el rapto de eternidad en esa pausa de Butragueño, que le ayuda a encontrar rincones en los sitios donde los futbolistas terrenales sólo ven camisetas. Lo de Penev fue una manera de advertir que ellos también pueden.

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La personalidad del Valencia. En Chamartín volvieron a quedar dudas sobre el ánimo del Valencia. Parece un equipo que necesita una corriente favorable para animarse a remar. Desde un punto de vista técnico, el Valencia es equiparable al Madrid. Pero para comenzar a ser grande de verdad hay que creerselo. En fútbol hay que marcar una diferencia entre lo que significa jugar bien y tener voluntad ganadora.

La posición de Michel. La ubicación de Michel como medio centro tiene como primera consecuencia la ofrenda del monopolio de la banda derecha a Villarroya, que es más generoso que claro. Por otro lado, cuando un jugador ocupa el mediocentro no se pueden permitir lagunas. Junto con Hierro, Michel era el hombre que tenía la responsabilidad de gestionar el equipo. Es porádicamente brillante, porque es muy bueno en cualquier sitio, pero para la función abusó mucho del traslado y del pelotazo largo. La inclusión de Michel tiene mucho que ver con las intenciones de Beenhakker. Y a un jugador no se le puede acusar de obediente en unos tiempos don de los entrenadores marcan las pautas. La última sugerencia con respecto a esa función de Michel y el pelotazo: el secreto del Real Madrid de los últimos años ha sido agrupar a sus mejores jugadores alrededor del balón. Es una defensa natural ante la falta de velocidad de los hombres de ataque. Para acudir al pelotazo, primero hay que alejarse. Ayer todos los jugadores estaban muy dispersos en la cancha. Después queda sorprender con velocidad. Si se pretende insistir en esta idea, quizá se haga importante la presencia de Llorente.

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