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LA REVOLUCIÓN DE AGOSTO

La independencia báltica abre la 'nueva era'

Pilar Bonet

El Consejo de Estado de la URSS, el nuevo órgano de poder dirigido por el presidente, Mijaíl Gorbachov, y compuesto por los líderes de 10 repúblicas soviéticas, reconoció ayer la independencia de Estonia, Letonia y Lituania, las tres repúblicas bálticas anexionadas en 1940 en virtud del pacto germano-soviético de 1939. Con esta decisión, se inauguró la nueva era iniciada oficialmente el día anterior, cuando el Congreso de los Diputados Populares de la URSS (el superparlamento de 2.250 escaños y poderes constitucionales) aceptó hacerse el haraquiri político.

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La esperada decisión, de la cual informó oficialmente la agencia Tass a las 11.11 de la mañana de Moscú, ha sido un acto de responsabilidad colectiva, aunque será formalizada como un decreto del presidente Gorbachov. El debate sobre la cuestión báltica no duró más de media hora y se concentró en cuestiones de procedimiento, sin que se plantearan problemas de fondo, según informaron a la agencia Interfax dos de los asistentes, Nursultán Nazarbáiev y Levón Ter Petrosián, presidentes de Kazajstán y Armenia, respectivamente.El Consejo de Estado decidió que deben iniciarse conversaciones serias sobre todos los problemas que surgen con la independencia. Estas conversaciones entre el Kremlin y los representantes bálticos cubrirán un espectro que va desde los aspectos militares y estratégicos hasta los económicos, pasando por la defensa de los derechos de la población asentada en las repúblicas durante el dominio soviético. La delegación oficial soviética en las conversaciones contará con representantes de Rusia y Bielorrusia, las dos repúblicas que tienen fronteras con el Báltico.

El primer ministro de Estonia, Edgar Savisaar, que no forma parte del Consejo de Estado de la URSS, fue el único dirigente báltico que estuvo presente en la reunión. Según explicó el primer ministro estonio, Nazarbáiev dijo al Consejo de Estado que la ley sobre la secesión de la URSS no era procedente en el caso del Báltico. Esta ley establece un largo procedimiento para adquirir la independencia. Tanto Nazarbáiev como el presidente de Rusia, Borís Yeltsin, insistieron en que el decreto presidencial debe especificar que no se reconoce el pacto Molótov-Ribontrop firmado en 1939 por los ministros de Exteriores de Stalin y Hitler.

El presidente Gorbachov, que ayer felicitó al primer ministro estonio, subrayó la necesidad del diálogo con la población rusoparlante de las repúblicas bálticas y con las unidades del Ejército soviético con base en Estonia, según manifestó Savisaar, que intervino para defender el mantenimiento de las relaciones económicas con las repúblicas soviéticas.

La decisión fue comentada más tarde por el nuevo ministro de Exteriores de la URSS, Borís Pankin. "Hemos reconocido su independencia. Estas repúblicas están ahora separadas de la Unión Soviética", sentenció el ministro.

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La independencia de las repúblicas bálticas es aceptada como algo irreversible incluso por sus más furibundos adversarios. "El Báltico está perdido", exclamaba a finales de agosto, con gesto de resignación, el diputado Evgueni Kogan, uno de los líderes prosoviéticos de Estonia.

En la histórica reunión del Consejo de Estado, que se celebró en el Kremlin, faltaron tan sólo los líderes de las repúblicas asiáticas de Uzbekistán y Tadzhikistán. Como invitados estaban el presidente del KGB de la URSS, Vadim Bakatin; el ministro de Exteriores de la URSS, Borís Pankin; el presidente del Comité de Dirección Operativa de la Economía Soviética, Iván Siláiev; el ministro de Defensa, Evgueni Shaposhnikov; el académico Evgueni Primakov, y el omnipresente economista Grigori Yavlinski, vicepresidente del comité que dirige Siláiev.

La reforma militar fue otro de los temas abordados por el Consejo, que decidió formar un comité a este efecto y otro donde se integrarán todos los responsables de las cuestiones de Defensa en las repúblicas. Saliendo al paso de la insatisfacción social que existe hoy en el Ejército soviético, el Consejo decidió incrementar los sueldos de los militares.

San Petersburgo

Por otro lado, el presidium del Soviet Supremo de Rusia aprobó ayer la recuperación del nombre de San Petersburgo para Leningrado. La ciudad fue bautizada como Leningrado en 1924, en honor de VIadimir Lenin. Hace unos meses, sus habitantes aprobaron en referéndum recuperar la denominación de San Petersburgo. La decisión del presidium fue adoptada "por unanimidad", según explicó un portavoz.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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