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Lupokova en tiempos de Berenguer

La nueva suavización del interbancario y la estabilidad del dólar fueron otro cheque en blanco para las bolsas. Las tesis de los revalorizadores han perdido fuelle y por fin se reconoce sin ambages la exquisitez benefactora del bajo precio del dinero. Es mejor obviar determinados temas. Así lo enseñan la historia y algunas crónicas, como las vertidas sobre un artículo publicado el 10 de junio de 1930 en el desaparecido matutino madrileño El Debate, titulado Declaraciones de Keynes en el Ritz, donde lo más suculento eran las apostillas de Lydia Lupokova, esposa del economista. El matrimonio había viajado a España con motivo de una conferencia organizada por el duque de Alba, entonces ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes del Gobierno de Berenguer. El duque aprovechó la apertura de la dictablanda, y, al parecer, el economista entendió que la coyuntura exigía un mensaje realista en una España que no conseguía aniquilar sus demonios coloniales tras la victoria sobre Abd-el Krim.Los mercados de acciones descuentan siempre el acertado pragmatismo de las tesis estabilizad oras. En este caso, la caída de las letras del Tesoro y la menor rentabilidad de bonos y obligaciones son la fuerza motriz de la renta variable.

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