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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Interés divergente

LAS DIFERENTES alteraciones en los tipos de interés oficiales de Alemania y EE UU han puesto de manifiesto, tina semana después de la reunión del Grupo de los Siete, la limitada eficacia de los propósitos de ese grupo de países por coordinar sus políticas monetarias y garantizar la estabilidad de los mercados financieros. Más relevante aún es la materialización de esas divergencias en el seno de los países europeos, empeñados en un proyecto de unificación económica y monetaria.La elevación por el Bundesbank de las tasas de descuento y lombard en un 0,5% (hasta el 6,5% y 9%, respectivamente) constituye en sí misma un exponente del empeño de ese banco central por mantener la disciplina monetaria, ante los riesgos del incremento de las tensiones inflacionistas derivadas del aumento en la demanda interna que la absorción de la extinta República Democrática Alemana está originando en aquella economía. El registro de un déficit presupuestario sin precedentes -estimado para el término de este ejercicio fiscal en 150.000 millones de marcos- y la dificultad para instrumentar elevaciones de impuestos, justifican el carácter restrictivo de la política monetaria diseñada por esa institución, al tiempo que subraya su independencia en un momento en el que su ejercicio no hace sino contravenir los deseos de su propio Gobierno y de los del resto de los principales países industrializados.

Aunque esas elevaciones han sido presentadas. por el Bundesbank como meras adecuaciones técnicas de esos tipos oficiales a los vigentes para corto plazo en el mercado, no se pueden eludir las pretensiones del Bundesbank por arbitrar elevaciones adicionales en los precios de mercado del dinero. La asimilación de unas expectativas tales por los mercados financieros contribuiría a la apreciación adicional del marco frente a las principales monedas, siempre y cuando los respectivos bancos emisores no acompañaran con decisiones equivalentes la adoptada el jueves por el Bundesbank. Más allá de Austria y Holanda, el resto de las economías de los países europeos, y más concretamente las vinculadas al mecanismo de cambios del Sistema Monetario Europeo (SME), necesitan ahora justamente lo contrario.

El descenso en el ritmo de crecimiento en los países comunitarios y la ausencia de elementos que permitan anticipar el final de esa tendencia, aconsejan precisamente atenuar la dureza de las condiciones monetarias, en mayor medida en aquellos en los que, como Francia y el Reino Unido, las amenazas inflacionistas están, en gran medida, controladas. La ampliación de esa divergencia en las políticas monetarias constituiría, por tanto, un serio factor de perturbación de la disciplina cambiarla del SME que, en última instancia, podría llegar a precipitar un realineamiento de los tipos de cambio centrales en el mismo. Menos amenazada por esas tensiones apreciadoras de la moneda alemana se encuentra la peseta, todavía la moneda más fuerte de Europa, cuyo tipo de cambio conserva un apoyo suficiente en la definición de un amplio diferencial de intereses frente el marco.

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Por su parte, la presión a la baja del tipo de cambio de] dólar frente al marco se ha visto acentuada tras la reducción de la tasa de descuento decidida el pasado viernes por la Reserva Federal. La destrucción de más de 230.000 empleos no agrícolas durante el mes de enero y la simultánea elevación en la tasa de desempleo, son los últimos datos de aquella economía que dan al traste con las esperanzas de una atenuación de la intensidad con que la recesión se está poniendo de manifiesto.

A diferencia de su homólogo alemán, la Reserva Federal de EE UU se ve obligada nuevamente a propiciar descensos en el precio del dinero, reduciendo su tasa de descuento por segunda vez en poco más de un mes, en esta ocasión hasta el 6%. En la medida en que el curso de la guerra en el golfo Pérsico no recupere el carácter refugio del dólar, hoy ausente, su destino será el de ceder en su cotización frente al resto de las monedas, especialmente frente al marco alemán.

La aparente tolerancia que hoy muestra la Reserva Federal sobre la evolución del tipo de cambio del dólar no es sino el resultado de esa necesaria alteración, no por radical menos circunstancial, en las prioridades que exige aquella economía. En menor medida pueden considerarse igual de necesarias las divergentes actuaciones de las autoridades monetarias alemanas, a la luz de la mayor capacidad de maniobra de su política fiscal y, en última instancia, de la necesaria acomodación a la situación de las restantes economías europeas, adecuación que exige el peso específico de que dispone su moneda en el sistema actual de tipos de cambio vigente en Europa.

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