Las tres repúblicas bálticas y la Federación Rusa firman un pacto frente a Moscú
Las tres repúblicas bálticas -Estonia, Letonia y Lituania- y la Federación Rusa firmaron en la noche del domingo en Talin (capital de Estonia) un pacto en el que reconocen la soberanía de cada una de estas repúblicas -que el Kremlin rechaza- y declaran ilegales las acciones de las estructuras paralelas, como el Comité de Salvación Nacional creado en Vilna por los promoscovitas para tomar el poder. Al mismo tiempo rechazan la intervención del Ejército soviético y piden la mediación de la ONU.
En su acuerdo, las citadas repúblicas consideran inadmisible el uso del Ejército para resolver los problemas internos, salvo en caso de petición oficial por parte de las autoridades republicanas legítimamente elegidas. Al mismo tiempo declararon su disposición a prestarse ayuda mutua en caso de que surgieran amenazas a su soberanía e hicieron un llamamiento a la ONU, pidiendo la organización de una conferencia internacional para solucionar los problemas de los Estados bálticos y que se aplace, en consecuencia, el ultimátum dado a Irak por las Naciones Unidas.El ejército soviético reforzó el armamento de sus patrullas y estableció puestos de control en los accesos de Vilna, pero no introdujo anoche el toque de queda en la capital lituana, a donde llegó por la tarde el general Valentin Varérikov, uno de los halcones de la institución castrense, héroe de Afganistán y jefe de las fuerzas de infantería.
Dos miembros de la dirección lituana, Kazimieras Moiteka y Mecyz Laurinkius, mantuvieron ayer un diálogo con los representantes del mando militar, que habían rechazado como interlocutor al jefe del Departamento de Defensa del distrito, Audrius Butakiavicius. Poco después del mediodía, una vez concluída la tregua del día anterior, los militares dieron una prueba más de su fuerza y ocuparon un nudo de comunicaciones confiscando un par de cámaras de televisión en su gesta.
Pese a la inyección moral que supone el apoyo de Boris Yeltsin, presidente de la Federación Rusa, conjuntamente con el apoyo de Estonia y Letonia, los ánimos en medios políticos moderados eran ayer muy pesimistas sobre el futuro, que parece estar en manos de la máquina represiva puesta en marcha desde el Kremlin. Yeltsin ha firmado prácticamente un tratado de ayuda mutua con las repúblicas bálticas en Talin y conjuntamente con ellas ha pedido que la ONU organice una conferencia internacional para solucionar el problema de todos los estados bálticos. El líder ruso ha pedido a los soldados de esta nacionalidad que no usen las armas contra la población civil ni se conviertan en instrumento de la "fuerzas oscuras de la reacción".
Delegación negociadora
La situación se agravó ayer en Riga donde el ejército disparó contra unos camiones que portaban arena para proteger los edificios oficiales de la capital de Letonia. En Vilna, la delegación del Consejo de la Federación llegada desde Moscú se entrevistaba con distintos auditorios. La primera parada de ayer fue en la calle del Calvario (antes Daniel Zerzhiriski) donde los emisarios del consejo se reunieron con la plantilla de una fábrica de carburadores de fuerte ambiente pro moscovita.
Aquello fue un gallinero, nadie escuchaba a nadie y la sola idea de que los militares pudieran, ser culpables de algo era rechazada por obreros y obreras que pedían la dimisión del presidente Landsbergis.
Ante este auditorio Nikolai Dementei, presidente del parlamento de Bielorrusia, dijo que los militares actuan en nombre de la Constitución de la URSS. El empeño de Dementei en hablar de "enfrentamiento", allí donde testigos presenciales de todos el mundo vieron una ataque armado contra la población indefensa, irrita a los lituanos. Estos se expresaron en la Academia de Ciencias, donde Levon Ter-Petrosian, el presidente de Armenia, dijo a los periodistas que la Comisión tenía una misión mediadora en nombre del consejo de la Federación, pero no del presidente Gorbachov.
El presidente de la URSS y el presidente de Lituania habían conversado por teléfono por la mañana y Gorbachov había dicho a Landsbergis, según éste, que la Comisión estaba autorizada a hablar en su nombre. Nadie sabía sin embargo cuáles eran las implicaciones prácticas de tal autorización ni tampoco el trabajo real que puede llevar a cabo la delegacióon llegada desde Moscú. Esta puede ser un caramelo envenenado para Ter Petrosiam, por cuanto le convierte en una figura en un juego que no está en sus manos controlar, opinaba un diputado lituanao.
El Parlamento de la república sufre las consecuencias del acoso político y militar del Kremlin. La televisión de Vilna se disponía a emitir anoche, esta vez un programa. La desfachatez con la cual los medios de información centrales, especialmente la televisión y la agencia Tass, mienten en sus informaciones sobre Lituanla revelan hasta qué punto lo que está pasando responde a un dessignio de Moscú. Ayer un colega moscovita desmoralizado decía sentir vergüenza por las noticias que se difundían.
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