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Reportaje:

El misterio de la muerte súbita

Dos nuevas tragedias reabren el debate sobre el control médico en el deporte

El fallecimiento inesperado en plena práctica deportiva de dos jóvenes baloncestistas, Jaime Rullán (Real Madrid cadetes), de 15 años, y Fernando Naya (Villalonga júnior), de 19, reabre con crudeza el debate sobre la idoneidad de los controles médicos. Hombres con licencia para someter sus cuerpos al esfuerzo que el deporte exige fenecen en cuestión de minutos. El misterio, vigente aún para la medicina, tiene un nombre: muerte súbita.

La Ley del Deporte español, aprobada el pasado 15 de octubre, supone el primer paso hacia la confección de un programa de exámenes de aptitud que arrinconen una situación, hoy por hoy, deficiente. El problema se extiende en dos vertientes, la prevención y los medios sanitarios de emergencia. Jaime Rullán murió de una complicación circulatoria y pulmonar cuatro meses después de haber sido sometido a un exhaustivo examen médico. El drama se produjo en una cancha expuesta a una temperatura de cuatro grados bajo cero. Quique, futbolista del Leganés, padeció sobre la hierba una crisis epiléptica sin otra atención médica que el incorrecto boca a boca practicado por sus compañeros.La élite dispone de medios para evitar situaciones semejantes, pues los grandes clubes profesionales cuidan de que su material humano esté en perfectas condiciones y los escenarios en los que se lucen sus estrellas suelen disponer de asistencia médica. Sin embargo, tampoco poseen garantías para escapar del drama. El español Señor, del Zaragoza, o el italiano Manfredonia, del Roma, tuvieron que dejar la práctica del fútbol por sendas dolencias cardiovasculares. Peor suerte corrieron Berruezo, del Sevilla, o Sagarzazu, de la Real Sociedad y después del Coruña, que murieron de un colapso. Especialmente dramática fue la tragedia de Hank Gathers, jugador de baloncesto de la Universidad de Loyola, cuya muerte sobre la cancha fue retransmitida en directo por la televisión.

Las federaciones deportivas españolas exigen un certificado médico antes de conceder cualquier licencia, pero la calidad de los pruebas, mínimas en ocasiones, es deficiente en muchos casos. Así lo denuncia Ricard Serra Grima, prestigioso especialista en medicina cardiovascular del hospital San Pablo de Barcelona, muy relacionado con el mundo del deporte. Serra Grima calificó de "dramática" la situación en España y ofreció un ejemplo incuestionable. Un joven ciclista profesional, durante un tiempo en las filas del Caja Rural, continúa en la práctica activa de este deporte pese a padecer una cardiopatía congénita, dolencia que conoció de forma casual, al someterse a un rutinario examen médico posterior a la obtención de su licencia federativa.

La historia recuerda el caso del fallecido baloncestista Enric Margall, del Joventut de Badalona, que descubrió que padecía una cardiopatía vascular congénita al someterse a un examen médico previo a su participación en el Campeonato del Mundo de Puerto Rico en 1974.

Exigencia legal

La Ley del Deporte, en su título octavo, establece que el Consejo Superior de Deportes podrá exigir a las federaciones que para la expedición de licencias sea requisito imprescindible un reconocimiento médico de aptitud. Rafael Cortés Elvira, Director General de Deportes, consideró, sin embargo, que el desarrollo de la ley puede requerir todavía de uno a dos años.Le Sportif Mutualiste, órgano de la Mutua Nacional de Deportes francesa, estableció que un 75% de los fallecimientos súbitos del deporte en pleno esfuerzo se deben a causas cardiacas y el 25% restante a cerebrales. Pese a todo, la muerte repentina de profesionales de élite es una rareza. Los normal es que se produzca en disciplinas amateurs, que consiguen adeptos entre segmentos de edad superiores a los 35 años (maratón, fútbol sala o tenis). En estos casos, los requisitos médicos o las pruebas previas son un auténtico lujo.

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