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Una superpotencia lejana

Aquellos que han visto en la unificación alemana la creación de una superpotencia han de reconocer actualmente el hecho de que la principal adquisición de Alemania Occidental en el Este será la de 16 millones de parados.La cifra de desempleo actual en Alemania Oriental es de un millón, en una población de 16 millones. Hablo de 16 millones de parados porque, cualquiera que sea la cifra oficial de desempleados, el total de la población de Alemania del Este pasó a depender, después del 3 de octubre, de Alemania Occidental.

Dependerá de la República Federal de Alemania la reeducación, reforma y reequipamiento de la fuerza laboral; también el enseñar a los directivos a dirigir y a los técnicos a utilizar la tecnología moderna, la cual ha de ser proporcionada por la RFA. Los alemanes occidentales deberán conseguir que los del Este sean capaces de fabricar productos que el resto del mundo quiera comprar, y ésa es una tarea en la que es fácil fallar aun cuando no se tengan los problemas que la RDA tiene.

Una gran cantidad de alemanes del Este no podrán ser empleados en la industria avanzada, así de simple. Carecen de la formación adecuada y son demasiado mayores para que su reconversión sea rentable. Las instalaciones industriales existentes no sólo han de ser reemplazadas, sino que, previamente, tienen que ser desmanteladas, lo cual es costoso. Alemania del Este impone a los alemanes occidentales una herencia de una tierra, ríos y bosques tremendamente polucionados, lo que costará miles de millones de marcos y generaciones de esfuerzo hasta repararlo.

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La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) estimó a principios de 1990 que se tardará al menos 15 años en levantar la economía de la RDA a los niveles de la de Alemania Occidental, y eso suponiendo que las regiones del Este puedan mantener un crecimiento por encima del 7%, lo cual, a la vista de la actual situación del Golfo, será probablemente imposible. Si la tasa de crecimiento es del 5%, la OCDE estima que lo que hoy es Alemania del Este tardará 30 años en recuperarse. (La producción industrial de la RFA ha crecido durante los últimos cinco años a una tasa de poco más del 2% anual).

Resumiendo, la nueva Alemania tardará mucho tiempo en echar a andar. De momento tiene serios problemas políticos para incorporar a una nueva población que ha pasado su vida bajo un régimen totalitario. Existe una fuerte tensión política entre los alemanes del Este que creen que después de lo que han pasado merecen compensaciones, respeto y un nivel de prosperidad occidental, y esperan que eso lo paguen los alemanes desarrollado y éstos, a su vez, recelan de una gente que no ha sido educada para trabajar de la forma que ellos lo han hecho durante los últimos 45 años.

Eso significa que llevará mucho tiempo conseguir que la nueva Alemania se convierta en la superpotencia económica que se supone producirá la unificación. El efecto inmediato de la unidad será una pérdida neta de la productividad y rendimiento per cápita y un giro considerable de las inversiones, en detrimento de las industrias de alta tecnología, esenciales para la competitividad alemana en el futuro.

La unificación significa, también, un retroceso a corto y medio plazo del rendimiento alemán comparado con el de otros países europeos, Japón y Estados Unidos, pero será una ganancia indudable a largo plazo, a medida que se reconstruya la industria de Alemania del Este y se incorpore a los puestos de trabajo una nueva generación poseedora de los nuevos conocimientos.

Lo que suceda entonces dependerá de lo que Europa llegue a ser. La Comunidad actual está todavía en tránsito hacia el mercado único de 1992 y el fortalecimiento de la cooperación político-estratégica. La idea de una rápida incorporación de los países del Este de Europa a la Comunidad se ha desvanecido al tomar conciencia de los auténtic0s problemas de los cambios en Polonia, Checoslovaquia, Hungría y los países balcánicos.

Surgirá alguna forma de asociación con las nuevas democracias, pero es probable que una evaluación realista de las dificultades políticas y económicas de los países del Este provoque una reagrupación más íntima de los europeos occidentales en defensa de lo que ya han conseguido y, en alguna medida, como reconocimiento de la vulnerabilidad de esos logros.

La crisis del Golfo ha dado lugar a una nueva consideración de la Comunidad: el formidable despliegue de capacidad militar de Estados Unidos volvió a mostrar a los europeos su carencia de cooperación militar y planificación estratégica. El Golfo fue causa de un debate muy específico en la RFA entre quienes querían que Alemania enviara una fuerza militar y aquellos que insistían en que eso no sólo sería anticonstitucional, sino también una evolución indeseada de la política nacional alemana, teniendo en cuenta su pasado militarista. La polémica desembocó en un punto muerto. Alemania sigue siendo una potencia insegura en una Europa insegura que necesita a sus vecinos europeos. La superpotencia todavía está lejos.

William Plaff es experto en política intemacional. Copyright Los Angeles Times Syndicate. Traducción: L. Rodríguez Regueira.

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