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Pesca

Los pescadores del banco sahariano han tenido que pasar por indignidades, unas cuantas, durante muchos años para poder faenar sin excesivos sobresaltos y llevar un duro a casa. Ellos mismos deberían explicarlo. Los más veteranos recuerdan al señor Clot por los puertos del Sur y Levante, recaudando impunemente el canon ilegal que permitía practicar la pesca en el banco.A veces la Armada marroquí apresaba alguno de los barcos que operaban tranquilamente en la zona y no solía ocurrir nada grave. Salvo que los propios pescadores metieran la pata, lo cual también podía suceder. Por ejemplo, subía a bordo el oficial, y el patrón, que en pesca era una enciclopedia pero en diplomacia lego, se ponía a pegar voces: "¡Oiga, mi barco no lo registre, que hemos pagado el soborno al señor Clot!". Naturalmente, el oficial se ponía como los tigres (marinos) y se llevaba barco, pertrechos, pesca y pescadores, todos detenidos.

Luego vinieron los tratados, que por razones técnicas -acaso también políticas- servían de muy poco. El último dicen los pescadores que aún vale menos; el canon aquel parece que no está erradicado y ahora Marruecos anuncia un disparatado aumento del régimen de multas. Demasiado para nuestros asendereados pescadores.

Manifestaciones y huelgas son inusuales en el sector pesquero, pues cada barco surca la ancha mar a los cuatro vientos, con tripulaciones limitadas que trabajan sin parar mientras entren capturas en el copo. Semanas después, los pescadores regresan molidos, sin otro propósito que estar con la familia unos días y embarcarse de nuevo lo antes posible, para seguir ganando el sustento. Pero ni tan dura vida les sirve ya para subsistir, y por eso han roto sus esquemas, uniéndose y organizando una protesta sonada. Lo que no imaginaban es que acabaría en batalla naval. Con tanto navegar, se les había olvidado cómo se las gasta un tonto cuando le dan un látigo.

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