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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

De la posesión a la responsabilidad

Desde hace años leo con bastante asiduidad EL PAÍS. En general me van muchas de sus opiniones, en especial la información que trae sobre problemas sociales (tanto nacionales, de Europa del Este, Suramérica, etcétera), así como la preocupación por que los derechos humanos sean una realidad.Lógico es, de todos modos, que discrepe en algún tema. Su editorial del 10 de febrero tocó mi punto más sensible: el aborto. Además del tema en sí, que luego comentaré, no entiendo cuando lo tildan, según se esté a favor o en contra, de ser conservadores o progresistas, creyentes o ateos. El tema es profundamente complicado como para podérselo exponer en unas líneas. Yo me siento dueña de mi cuerpo como la que más, pero el ser que llevo (dentro no es mi yo, es otro yo, del que no soy dueña, sino sólo responsable. De veras creo que es un ser vivo, distinto a mí, que la naturaleza o Dios (según creencias) me ha encomendado su germinación durante nueve meses, y por ello no lo puedo eliminar.

Pienso, no obstante, que el tema no es de jueces, sino político- sociosanitario, para evitar y solucionar de verdad los problemas sin llegar a ese extremo.

Yo lucho por una sociedad democrática, tolerante, pluralista, progresista, justa; me sentí muy herida cuando usted me incluyó en "reductos ideológicos intemperantes". Tampoco me quedo corta en luchar por "el pleno reconocimiento de los derechos de la mujer". Pero no me paro en mis derechos, lucho también por los de mi hijo-

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o no de acuerdo con el aborto, pero lo que no se puede negar es la necesidad de que exista una ley que lo regule, una ley más amplia que la actualmente vigente y que permita a toda mujer que lo desee acogerse a ella libremente, pues se trata de una decisión individual y, por supuesto, femenina.Si esta ley es defendida por buena parte de la sociedad y de la opinión pública de este país, ¿por qué aún hay gente que, con argumentos sobrenaturales, quiere erigirse en conciencia de la humanidad, tratando de impedir que las mujeres ejerzan su derecho a abortar si así lo desean y que los médicos desarrollen una labor más dentro de su profesión?

Lo mejor que podían hacer era preocuparse de sí mismos y dejar que los demás hagan, dentro de la legalidad, todo aquello que su propia conciencia les permita.- Javier Belloso Pérez.

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