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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

A ritmo rápido

POCO TIEMPO después de la decisión del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) a favor del pluralismo político han tenido lugar en Lituania las primeras elecciones realizadas en la URSS en unas condiciones realmente pluralistas. Los hechos se adelantan a las leyes. En las repúblicas del Báltico se han formado, sin esperar permiso legal, movimientos nacionalistas que han actuado con cierta libertad en los últimos meses y que tienen una influencia mayoritaria entre la población. En la consulta del pasado sábado en Lituania, la victoria de la coalición nacionalista Sajudis ha sido aplastante. Con ella han logrado una buena votación los comunistas independentistas; es decir, los que han decidido separarse del PCUS. Ambos constituirán sin duda el nuevo Gobierno. En cambio, el partido comunista apoyado por Moscú tendrá pocos diputados.Pero no se trata de un fenómeno aislado: esos resultados reflejan una tendencia bastante general de los ciudadanos, cuando sienten que pueden votar con libertad, a castigar a un aparato comunista al que hacen responsable de una situación gravemente deteriorada. Esta tendencia se manifestará sin duda el 4 de marzo, fecha en que tendrán lugar las elecciones en tres repúblicas -Rusia, Ucrania y Bielorrusia- cuyo peso es decisivo. Opciones nacionalistas de muy distinta significación política, incluida el neoestalinismo.

Pero la confrontación política decisiva será entre los radicales (algunos de ellos, aún miembros del PCUS y de sus órganos dirigentes) y los candidatos del aparato. Con el éxito de las manifestaciones del pasado domingo, los radicales han obtenido un gran respaldo popular. Gorbachov está ahora empeñado en una batalla para reformar la Constitución y establecer un sistema presidencialista. Es una forma de liberarse de la hipoteca del Politburó y de eliminar los frenos que la reforma está sufriendo por parte de los conservadores. Pero difícilmente podrá ganar esa batalla sin llegar a un acuerdo con los radicales, que fueron, no se olvide, los primeros en pedir que el pueblo eligiese, por sufragio directo, un presidente de la URSS.

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