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El cardiólogo Charles Mullins supervisa 11 intervenciones infantiles sin cirugía abierta

Francisco y María, de seis y tres años, respectivamente, entraron llorando al quirófano. No se creían el cuento de que les iban a sacar una foto. Sólo Rosalía, una pequeña gijonesa con síndrome de Down, permanecía serena, inquiriendo con voz ronca, "¿quez ezo?", mientras la auscultaban. Los tres fueron curados ayer en el hospital Ramón y Cajal de un defecto congénito del corazón conocido como ductus mediante un procedimiento novedoso que no precisa cirugía abierta. Charles E. Mullins dirigió la intervención, realizada por Ramón Bermúdez Cañete, a la que se someterán esta semana 11 niños de varias autonomías.

Dos intervenciones similares en Canarias y una en Córdoba han precedido a las llevadas a cabo ayer por el equipo de cardiología infantil del hospital Ramón y Cajal, bajo la supervisión del doctor Mullins, responsable de 300 oclusiones de ductus, mediante cateterismo terapéutico, de las 500 realizadas en todo el mundo.El procedimiento en sí apenas dura 30 minutos, aunque el proceso quirúrgico se prolonga hasta algo más de dos horas. Corrige la persistencia en el, recién nacido de una pequeña comunicación, útil para el feto, entre las arterias aorta y pulmonar, y consiste en la introducción. de un dispositivo mecánico, parecido a un diábolo, que abriéndose como un paraguas, cierra para siempre el conducto defectuoso.

El ductus, que afecta a uno de cada 1.000 recién nacidos, viene corrigiéndose hasta la fecha con cirugía abierta. La nueva técnica, desarrollada en 1978 por el norteamericano William Rashkind, apenas produce una incisión de dos milímetros en la zona inguinal para introducir un catéter en la vena femoral por el que viaja el pequeño diábolo hasta la comunicación arterial, atravesando el corazón.

Huérfana

El procedimiento, patentado por la compañía norteamericana Bard, cuesta cerca de medio millón de pesetas. Los pequeños pacientes sólo reciben una inyección sedante para someterse a la intervención, que se efectúa con anestesia local. Después, un día como máximo en la unidad de cuidados intensivos (UCI) y a casa, sin más prescripción que una aspirina infantil durante los seis meses siguientes.Según el doctor Mullins, esta técnica, que actualmente es eficaz en el 90% de los casos, evitará la cirugía abierta en todos los niños con ductus, excepto en los recién nacidos. El hospital madrileño Ramón y Cajal se convertirá en centro de referencia en España para estas intervenciones.

Corte de gracia

"Paquito se nos cansaba y se nos constipaba muchísimo", decían José Lucas, albañil de Cieza (Murcia), y Fulgencia Salmerón, los padres de Francisco, mientras esperaban a que finalizara la intervención."Han sido las dos horas más largas de mi vida", reconocía Manuel de la Iglesia, el padre de María, camionero de la localidad coruñesa de Oleiros. La madre, María Dolores, ni lo dudó cuando le hablaron de esta posibilidad, "todo antes que pegarle el corte de gracia a la niña", explicaba refiriéndose a la cicatriz que queda como secuela de la cirugía tradicional. Clara, de 28 años y auxiliar administrativa de Gijón, acompañaba sola a su pequeña prima Rosalía, afectada por el síndrome de Down.

La niña vive con unos tíos desde que murió su madre, hace cuatro años. Tiene una hermana casada, con hijos, y un padre, que, según Clara, se desentendió hace tiempo de ella, aunque cobra la pensión de horfandad de Rosalía.

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