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El detective de la serie 'Starsky y Hutch' revela que tiene una "familia SIDA"

Paul M. Glaser, el intrépido detective Starsky de la serie televisiva Starsky y Hutch, ha demostrado en la vida real un valor muy superior al que protagonizaba en el celuloide. Su mujer, Elizabeth, y él han decidido contar su tragedia personal al diario Los Angeles Times antes de que fuera, revelada por la revista The National Enquirer. Los Glaser son "una familia SIDA". El único que no está afectado por el virus es Paul.

Paul y Elizabeth constituían hace ocho años el paradigma de la pareja feliz. El actor, conocido internacionalmente gracias a la serie policial, acababa de iniciarse como director cinematográfico y su mujer se dedicaba a su trabajo como directora de exposiciones del Museo infantil de Los Angeles. Para otoño de ese año esperaban su primer hijo.Durante el parto, Elizabeth tuvo una fuerte hemorragia, que hizo necesaria una transfusión sanguínea. Una niña, Ariel, aparentemente fuerte y robusta, nació en el hospital Cedros del Sinaí. Cuatro años más tarde, Ariel enfermó sin causa aparente. Los médicos, después de realizar toda clase de pruebas, no daban con la causa de la enfermedad. Finalmente recomendaron que le fuera realizada la prueba del síndrome de inmunodeficiencia adquirida.

La verdad se reveló en toda su crudeza. No sólo Ariel dio positivo en la prueba del virus de ininunodeficiencia humana (VIH), Sino que pruebas posteriores mostraron que tanto Elizabeth como su segundo hijo también eran portadores, aunque por el momento los síntomas de la enfermedad no se les han desarrollado. Únicamente Paul Michael no estaba infectado a pesar de que, según declaraciones de la pareja a Los Angeles Times, habían seguido manteniendo las relaciones sexuales normales entre marido y mujer hasta que supieron los resultados de las pruebas.

Cuatro años después, el pasado agosto, Ariel moría a pesar de que le fuera administrada a últirna hora la droga AZT. Un año después de la muerte de su hija, los Glaser han decidido explicar públicamente su caso e intensificar sus esfuerzos para conseguir una ampliación de la ayuda federal en la lucha contra el SIDA. Su único temor: que su hijo, de cinco años y medio, se entere de que es portador del virus antes de que sus padres le preparen para la noticia.

Elizabeth ha establecido una fundación pediátrica para la investigación del SIDA y ha conseguido recaudar más de 250 millones de pesetas. La muerte de su hija en agosto de 1988 la convirtió en un apóstol de la causa y su entrevista con el entonces presidente Ronald Reagan hizo que el presupuesto del SIDA dedicado a la investigación pediátrica fuera aumentado de 3,3 millones a 8,8 millones de dólares (de 360 a más de 1.000 millones de pesetas). "Su trabajo es lo que la mantiene viva", dicen sus amigos. En cuanto a Starsky, su actitud es todo un estímulo para los cientos de familias que han contraído la enfermedad a través de transfusiones de sangre.

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