Sequía vendedora
La idea de que sólo un cataclismo puede provocar la salida de papel a los mercados empieza a extenderse entre los inversores, aunque esta suposición no es suficiente como para hacer volver al dinero a los patios de operaciones, lo que significa que apenas ha cambiado la situación a pesar de estar casi garantizada la estabilidad de los precios. Aun así, el volumen negociado en esta sesión ha aumentado sensiblemente, en parte gracias a los valores bancarios -empeñados en hacer valer los datos que aparecen en la caja- y en parte porque el número de valores contratados se ha elevado en un 8%. Si a esto se le añade la aplicación registrada por Nueva Montaña Quijano, de casi 700.000 títulos, y con un gestor de carteras de clientes extranjeros como vendedor, es fácil suponer que la contratación estará cerca de los 9.000 millones.Estos datos no dejan de ser, sin embargo, simples anécdotas en la trayectoria de un mercado que se niega a reconocer sus posibilidades, pero que está a poco más de tres puntos de su posición máxima en este año. Es evidente que hay mucha voluntariedad en los últimos avances, y que los valores que cotizan en Wall Street son, en realidad, una distorsión en la marcha del índice general, pero una economía con un crecimiento económico elevado debería contar con un mercado de valores que reflejara de alguna manera esa situación. Las posiciones al cierre mostraban algún interés del dinero por aquellos valores que habían demostrado su capacidad de subida a lo largo de la sesión.
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