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Arsenio Díaz del Río Español

El capitan quiere dejar "alto el pabellón español" como 'casco azul' en Angola

El capitán de 29 años Arsenio Díaz del Río Español, destinado desde el pasado mes de julio en el regimiento Arapíles 62 de la Seu d'Urgell (Lérida), es uno de los siete oficiales elegidos para formar parte del primer contingente militar español que, bajo la supervisión de la ONU, verificará la retirada de los 50.000 soldados cubanos que permanecen desplegados en Angola. Por este motivo, este joven militar, aventurero y amante del riesgo, según su propia definición, se considera "una persona privilegiada", y su única preocupación es "dejar bien alto el pabellón español".

Díaz del Río que el próximo marzo se unirá al grupo de tres oficiales españoles que ya se encuentra en Angola, confiesa su ilusión por haber sido elegido. "Cuando me llamó el teniente coronel encargado de la selección le dije que sí en seguida, incluso antes de consultar con mi esposa, porque vi que era una misión importante para el Ejército español. No podía desaprovechar esta oportunidad, pues cualquier militar anhela participar en una misión de este tipo. Me considero un privilegiado", señala.El capitán Díaz del Río cumple los requisitos marcados por la ONU. Habla inglés y portugués, ha realizado 190 saltos como paracaidista y es experto en conducción todo terreno y en supervivencia. Ingresó en la Academia General a los 18 años tras tertminar sus estudios de bachillerato en Londres. Hace tres años realizó un curso en Fort Lee, Virginia (EE UU), sobre lanzamiento de cargas pesadas desde un avión. Ha participado también en maniobras con unidades de EE UU Francia y Portugal en Bélgica.

Díaz del Río, nacido en El Ferrol, tiene tres hijos de corta edad y se muestra apasionado cuando habla de su misión en Angola junto a militares de otros 10 países. "No sé a ciencia cierta en qué va a consistir nuestra labor, pero supongo que deberemos verificar que los acuerdos de paz firmados entre Cuba, Angola y Suráfrica se cumplen", opina.

Tras definirse como un hombre "tranquilo, ponderado, que no se complica la vida por cosas insignificantes", admite ser un aventurero, amante de la vida activa y del riesgo. "Eso forma parte de mi personalidad, pero hasta ahora no he tenido muchas oportunidades de demostrarlo", afirma. También reconoce: "Estar separado de la familia es lo más duro de todo esto". Según él, su esposa, Lourdes San Gil, ha asimilado la obligada separación de nueve meses: "Sabe que ésta es mi profesión y que es bueno para la familia que yo vaya a Angola en una misión de paz. Ella, como buena mujer de militar, está preparada para afrontar estas situaciones u otras peores".

Mientras repasa en su casa los informes sobre Angola, país que sólo conoce por algunos documentales de televisión, confiesa que no teme nada en especial. "Soy ingenuo y ahora no me planteo que pueda tener problemas. No me preocupa mi seguridad aun sabiendo que en Angola actúan grupos guerrilleros como UNITA y SWAPO. Están también las enfermedades africanas, pero de protegerme de eso se encargarán las vacunas", termina diciendo este capitán, que se ha enamorado del Pirineo leridano y que en marzo cambiará su uniforme por otro que llevará los distintivos de la ONU, cuyo rasgo más llamativo será la boina azul.

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