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Habib Burguiba, declarado incapaz y depuesto por su 'delfín'

Habib Burguiba, el anciano presidente vitalicio de Túnez, fue depuesto ayer por su primer ministro, el general Zine el Abidin Ben Alí. Burguiha -el primer y único presidente de Túnez desde la independencia, en 1957- había cumplido 84 años y, según un comunicado oficial respaldado por un parte médico, fue separado de sus funciones "por incapacidad manifiesta", con lo que su destitución quedó avalada por la Constitución. El anciano estadista se encuentra en su palacio de Cartago, a 15 kilómetros de Túnez capital, donde la situación, al igual que en el resto del país, era anoche de absoluta calma. Centenares de personas se congregaron frente al Ministerio del Interior en apoyo de Ben Alí.

El nuevo dirigente ha apelado al artículo 57 de la Constitución para convertirse en el nuevo jefe del Estado de Túnez, hasta el fin de la actual legislatura, en 1991.Francia, que mantiene unas excelentes relaciones con su ex colonia, deseó ayer al pueblo tunecino un futuro feliz y próspero. El primer ministro, Jacques Chirac, se puso en contacto telefónico con Ben Alí para manifestarle su apoyo. España, a través de la Oficina de Información diplomática, declaró que esperaba que la "nueva situación creada permita el Fortalecimiento de la democracia en ese país".

Desde Washington a la Liga Árabe, la reacción al cambio ha sido muy favorable. La toma del poder por Ben Alí despeja la incógnita del futuro en el país más estable del norte de Africa y promete impulsar su desarrollo.

Burguiba se halla recluido en su palacio de Cartago, junto con sus médicos, personal de servicio y familiares directos, entre los que se cuenta su sobrina Saida Sasi, la persona que más le ha acompañado, durante los últimos meses, tanto en la intimidad palaciega como en los actos oficiales.

El nuevo presidente, Ben Alí, de 51 años, ha asumido igualmente la jefatura de las fuerzas armadas, lo que le corresponde constitucionalmente, y ha anunciado, la composición de un nuevo Gobierno, a cuyo frente ha situado al ministro de Asuntos Sociales, Hedi Bacuch, el hombre que lleva personalmente las negociaciones con Libia para la normalización de las relaciones.

El relevo no ha alterado la vida ciudadana, acostumbrada en los últimos tiempos a sobresaltos y sorpresas desde el poder. La calma reinaba ayer en todo el país, incluida la capital, donde incluso se desarrollaron algunas manifestaciones de apoyo al nuevo, presidente. De todas formas, las autoridades dieron la orden de prohibir la salida de ciudadanos tunecinos por el aeropuerto Túnez-Cartago. No hay gran despliegue policial en las calles de la capital, salvo las medidas habituales de seguridad contra el integrismo islámico.

En medios políticos internacionales se observó ayer cierta satisfacción, aunque disimulada y con reservas, por el relevo y la forma en que se ha producido.

Páginas 3 y 4 / Editorial en la página 10

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