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Las eléctricas pugnan por el control de FECSA mediante una mayor cuota en la próxima ampliación de capital

Las empresas eléctricas, tanto la pública ENDESA como las privadas, han protagonizado en las últimas semanas una de las pugnas más singulares dentro de la crisis de FECSA. Todas ellas, pero fundamentalmente ENDESA e Iberduero, han ofrecido participar con una suma superior a los 10.000 millones de pesetas en la próxima ampliación de capital de la sociedad catalana (del orden de 50.000 millones), presumiblemente con el fin de hacerse con el futuro control de la sociedad. Todo indica que, en pocos meses, FECSA ha pasado de ser una empresa sin futuro a convertirse en la perla en ciernes del sector.

La pugna ha quedado ya solventada con un pacto de caballeros, según fuentes' solventes, por el que la participación en la prevista ampliación de capital se realizará siguiendo la parte alícuota de mercado que tiene cada una. De esta manera, cada sociedad, que ya participó con los criterios de esta fórmula en la primera ampliación de capital de 23.000 millones de pesetas (algo menos de 18.000 millones efectivos), mantendrá la representación accionarial que responde a su tamaño o, más exactamente, con el porcentaje correspondiente a su contribución al denominado fondo de saneamiento de 1986 (2% de ingresos por tarifas). Los primeros escarceos que presagiaban esta singular batalla ya tuvieron lugar en el curso de la primera ampliación de capital, cuando Iberduero vetó que la representación política de la parte accionarial cubierta por las empresas eléctricas en la última ampliación no se hiciera de manera única (un representante de Unidad Eléctrica), sino siguiendo el porcentaje aportado por cada sociedad. De esta manera, Iberduero hubiera contado con uno o dos consejeros en FECSA; Hidrola, con parecida representación, y, probablemente, Unión-Fenosa, con otro.

Al sugerir el plan diseñado por el Ministerio de Industria que se hiciera una nueva ampliación de capital hasta un total de 75.000 millones, el viejo debate se ha reproducido. Fuentes solventes aseguran que Iberduero pretendía obtener una representación similar a los fondos que debe aportar ENDESA (unos 11.000 millones), mientras que Unión-Fenosa no descartaba sustituir a aquellas sociedades del sector que no desearan, o no pudieran, acudir a la ampliación prevista, que se realizará en los próximos meses.

Buen futuro

La clave de esta polémica se encuentra, curiosamente, en el futuro empresarial, a medio y largo plazo, que tiene la empresa catalana, que puede convertirse en la perla del sector. Con un pasivo saneado con esfuerzos exteriores (plan de viabilidad a cinco años), FECSA está enclavada en uno de los mercados más dinámicos de energía eléctrica del país. Sus consumos aumentan por encima de la media del sector, y con una producción básicamente de origen nuclear e hidroeléctrico, puede convertirse en la empresa con mayores posibilidades de aumento de ingresos de todo el sector. A esta batalla se ha sumado el tráfico subterráneo de acciones de FECSA que se está produciendo en el mercado paralelo desde que su cotización se viera suspendida el pasado mes de febrero. Según fuentes bursátiles, entidades bancarias españolas de nombre extranjero, actuando por cuenta propia o ajena, se encuentran atesorando fuertes paquetes de títulos de esta sociedad utilizando los diversos canales que ofrecen las bolsas españolas.

Los precios de los títulos de FECSA han rozado en algunos momentos la cota en que quedó suspendida -el 62%-, con grave preocupación de los actuales gestores de FECSA, que temen por el destino final de los títulos y su posterior utilización.

En estos momentos es difícil determinar quiénes, en roman paladino, son los actuales propietarios de la empresa catalana. Aparte del paquete que se encuentra en manos de los antiguos propietarios de. Fuerzas del Segre, empresa fusionado por absorción por FECSA, los mayores accionistas son las eléctricas, una vez que concluyera la pasada ampliación de capital (de 23.000 millones. Eri primer lugar estaría así el grupo Hidrola-Hidruña, seguido de Iberduero, Unión-Fenosa, Sevillana e Hidrocantábrico.

Si se tienen en cuenta los grupos bancarios representados en estas sociedades, el control accionarial de FECSA se ha convertido en una batalla, soterrada eso sí, pero más virulenta que la que libra el actual presidente de la sociedad, Lui Magaña, con sus acreedores bancarios e institucionales.

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