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A Carl Lewis le faltó una centésima en su progresión final para ganar a Ben Johnson

JUAN MORA ENVIADO ESPECIAL, Carl Lewis volvió a perder ante Ben Johnson. Una centésima les separó esta vez. En la anterior ocasión que se habían enfrentado (julio de 1980, en Moscú), Johnson dio un repaso a su rival cuando, con 9.95 segundos, hizo la segunda mejor marca de todos los tiempos. Ahora las diferencias se han reducido y Lewis, camino de recuperar su mejor forma, dijo: "Ha sido la última vez que me gana". Los 100 metros fueron la prueba estelar de una reunión que vivió otra gran carrera, los 3.000 metros, en la que José Luis González mejoró su récord de España.

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Iba camino del año que Lewis y Jonhson no se enfrentaban. Por un lado, el mito, cuádruple campeón olímpico y tricampeón mundial; por otro, el hombre más rápido del momento, el que, se había quedado a dos centésimas del récord mundial (9.93 según dos) sin contar con el beneficio de la altitud. La magnitud del enfrentamiento, eclipsaba a los de más rivales, capaces, por sí solos, de magnificar cualquier reunión: el recordman mundial Calvin Smith, el recordman europeo Marian Woronin y Mel Lattany, el quinto hombre, junto a los anteriores, que ha corrido los 100 metros en menos de 10 segundos. En activo no hay ya atletas más rápidos que éstos.Lewis y Johnson no se llevan bien. La rivalidad les ha separa do. A Johnson, como se sabe superior, no le importaba competir contra su rival en cualquier ocasión. Lewis, en cambio, le ha rehuído desde el año pasado. Hasta que ayer Sevilla tuvo el poder económico suficiente como para reunirlos -algo más de seis millones de pesetas entre los dos- y convencerles de que ambos renunciaran a participar en la primera reunión del Gran Premio, precisamente en Estados Unidos, e iniciaran su gira europea en España.

Ambos atletas llegaron a la pista con tres horas de antelación. Calentaron, vieron algunas pruebas y un cuarto de hora antes de que comenzaran los 100 metros se acercaron a la línea de salida. Iniciaron las progresiones y probaron los tacos de salida. Los dos se espiaban con sigilo en los ensayos. Ni una palabra se cruzaron. Johnson acertó a colocar los tacos a la primera. Lewis tuvo que medir por dos veces la correcta colocación de los mismos, casi dos pies desde la línea de salida a los tacos y un pie y dos palmos de separación entre ambas piernas."Un minuto", anunció el juez de salida. Lewis se sentó, se relajó, se quitó el body, comprobó que la cinta negra, en el tirante de la camiseta en señal de luto por la reciente muerte de su padre, estaba en su sitio y saludó, fríamente, a cada uno de sus rivales. Johnson, correspondiendo al apretón de manos, no se desconcentró. Su fuerte es la salida. Ahí es donde gana las carreras.

La reacción

La capacidad de reacción en la salida de ambos atletas fue similar. Pero a los 10 metros, Johnson ya había cobrado ventaja. A los 50, ya estaba casi dos metros por delante. "Johnson no puede acabar bien una carrera saliendo a este ritmo", manifestó Lewis.Eso lo pensé también cuando, se vio claramente por detrás. Lewis hacía su carrera, la que le consagrá ante el mundo entero, corriendo de menos a más. Su capacidad de progresión final, esa que permitía ver una carrera de 100 metros porque jugaba con sus rivales, salió de nuevo a relucir. Sólo que esta vez algo más tarde. Antes reaccionaba a los 60 metros; ahora, que está volviendo por sus fueros, lo tiene que hacer algo más tarde, a los 70.

Le faltó una centésima para ganar a Johnson. La diferencia fue tan mínima que levantó el brazo creyéndose ganador. Su entrenador le sacó de dudas: "Carl, has sido segundo". Cuando dieron a conocer los tiempos, Johnson, 10.06 segundos; Lewis, 10.07, éste quiso reclamar. Vieron el video y Lewis exclamó: "Esta ha sido la última vez".La otra gran prueba de la jornada fueron los 3.000 metros, pese a la ausencia de Sebastian Coe, que excusó su asistencia por unas molestias en el tobillo. Páez lanzó la carrera en la función de liebre -también lo había hecho en los 800 metros- y la categoría de los rivales permitió continuar el ritmo vivo de la prueba.

González hizo frente a un duro final porque se le pusieron por delante el portugués Campos y el irlandés O'Mara, campeones mundiales de 3.000 metros en pista cubierta. González obligó a un esfuerzo a sus rivales en los últimos 300 metros, que sólo resistió O'Mara, le enceló, en la curva y en la recta le volvió a pasar, calculando cada metro de esfuerzo y con la ventaja a su favor de llegar lanzado desde atrás. En la meta le esperaba el triunfo y el récord de España, 7.42.93 minutos. El anterior lo tenía en 7.44.25.

La vuelta de González a la vista, una vez triunfador, resultó: apoteósica. Hasta una bota de vino le lanzaron, a los gritos de "torero, torero". Bien que sintió no verla el atleta "porque bien a gusto me hubiera echado un trago. ¡Con lo que me gustan a mí los toros!".

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