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El Ayuntamiento de Madrid se prepara para desarrollar actividades propias del sector privado

La irrupción de la empresa privada en campos considerados tradicionalmente como municipales, por un lado, y la filosofía empresarial del actual equipo de gobierno como sistema para buscar mayores ingresos están creando, en los últimos meses una imagen de Madrid como escenario de un gran negocio. El mantenimiento de la ciudad o la realización de las fiestas pasan así a manos privadas en forma de contratas o empresas colaboradoras, mientras el Ayuntamiento se prepara para desarrollar actividades propias hasta ahora del sector privado, como la gestión de gasolineras o la compra-venta de suelo a precios de mercado.

El mantenimiento de la ciudad está hoy casi en su totalidad en manos de contratas privadas que se encargan de las vías públicas, alcantarillado, zonas verdes, alumbrado, mobiliario urbano, limpieza y recogida de basuras, por citar algunos servicios. Ello no obedece a la casualidad sino a una política clara en esta dirección adoptada por los responsables municipales socialistas.Los argumentos de los partidarios de esta política son varios y van desde que se obtiene una mayor eficacia y rendimiento al estar sometida la contrata a sanciones que pueden llegar a la rescisión del contrato, hasta que este sistema supone un ahorro al no cubrirse las plazas vacantes que se producen en el correspondiente departamento municipal.

En virtud de esta política, en la actualidad sólo quedan en manos municipales el cuidado de los grandes parques y la limpieza varía de siete de los 18 distritos, cifra que, con el tiempo, irá reduciendose a medida que se jubile la plantilla municipal. En frase de un miembro del equipo de gobierno "se pretende convertir el Ayuntamiento en un organismo formado por supervisores y directores que controlen la labor de una mano de obra no cualificada encomendada a las contratas".

Pero no sólo las obras y el mantenimiento de la ciudad son realizadas por el sector privado. La colaboración con éste abarca incluso al campo de lo lúdico. "Enrique Tierno era reacio a esta relación con la iniciativa privada, pero se está produciendo un cambio paulatino", confesaba un técnico.

A juicio de los responsables de estas actividades lo óptimo es que el Ayuntamiento se ocupe del control de la programación y luego ofrezca ésta a la iniciativa privada. En teoría, todo puede dejarse en manos de ésta, desde el montaje de una carpa hasta la venta de localidades, siempre y cuando se considere que hay una equivalencia entre el servicio prestado y la publicidad que se hará la empresa colaboradora.

Ventajas y desventajas

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La ventaja de esta política, según sus promotores, es que, con el mismo presupuesto, se pueden organizar más fiestas y dotar a las existentes de un programa más completo. La desventaja, según sus detractores, es que las casas discográficas y las empresas puedan llegar a ejercer un dirigismo creciente. "El que paga manda", recuerdan.Otras muchas parcelas están afectadas por esta política que ha llegado en algunos casos a provocar la protesta del propio sector privado, como ocurrió cuando el Ayuntamiento acordó constituir con Campsa una empresa mixta para instalar 26 gasolineras en la capital. En otros muchos casos se han llegado, sin embargo, a acuerdos que satisfacen a ambas partes. Así hay empresas que, tras hacer sus números, han visto rentable ocuparse de la instalación de marquesinas de autobuses, instalar relojes-termómetros en las calles, ocuparse de dar mensajes municipales en pantallas electrónicas o instalar parques infantiles de tráfico en solares municipales. La prestación de estos servicios les permitirá obtener un soporte publicitario más o menos amplio y en un lugar lo más estratégico que sea posible.

En esta política de intercambiar servicios por publicidad se incluyen los acuerdos con empresas muy interesadas en ocuparse de la limpieza y embellecimiento de plazas y monumentos importantes de la ciudad situados cerca de sus propias sedes.

La necesidad de contar con la empresa privada para el desarrollo de la ciudad, defendida por los responsables municipales, ha hecho que las relaciones Ayuntamiento-empresarios se hayan incrementado últimamente. Responsables municipales y de la Confederación Empresarial Independiente de Madrid (CEIM) almuerzan cada primer lunes de mes.

En estas reuniones surgen lo mismo ofertas para comprar los supositorios de Sol o para hacerse cargo de la vigilancia nocturna de la ciudad. Los empresarios han propuesto la conversión del parque que rodea el Campo de las Naciones en un parque dedicado a la Historia de España, y se han mostrado dispuestos a construir y gestionar el Centro de Transportes de Mercancías, (CTM) auténtico puerto de Madrid en el que recalará la mayor parte de los camiones que recorran la península y se distribuirá la mercancía con destino a la zona Centro. La última oferta se ha centrado en la rehabilitación de la Gran Vía. Si el tema de la vigilancia nocturna y el parque temático han sido rechazados el CTM está aún en negociación.

Pero donde se aplica realmente la nueva política es en el campo urbanístico en el que el Ayuntamiento ha comenzado a aplicar un criterio empresarial. Así, en los últimos meses se han realizado diversas operaciones, algunas de ellas polémicas como el convenio suscrito con el Atlético de Madrid por el que se cedió al club por 50 años un solar de 61.000 metros cuadrados en el que estaba previsto construir un polideportivo municipal, a cambio de 21.000 metros que poseía el club junto al estadio Vicente Calderón. Las garantías de que la ciudad deportiva del Atlético podrá ser utilizada por los vecinos de la zona no ha convencido a los hipotéticos beneficiarios.

Paralelamente se han realizado otras actuaciones entre las que destacan la realizada en Santa Engracia, en una parcela municipal que fue vendida por el Ayuntamiento, tras un cambio de planeamiento en el Plan General, en 1.275 millones de pesetas; o la acometida en el Campo de las Naciones, que ha exigido la primera modificación del citado Plan General de 1985 con objeto de adaptarlo a los objetivos municipales: dedicar 150.000 metros cuadrados al sector terciario que habrá de ir junto a los futuros recintos feriales de Madrid.

Esta filosofía parece que se consolidará en el momento en que, por un lado, se constituya la sociedad Promadrid para actuar empresarialmente, en colaboración con la Comunidad, en distintos sectores hasta ahora patrimonio del campo privado y, por otro, se haga realidad el proyecto de una empresa dedicada a la compra-venta de suelo a precio de mercado.

Ante esta posibilidad, grupos de matiz ideológico tan distinto como el Popular y el Comunista han coincidido en tachar esta política de especulativa. Para el PSOE, sin embargo, se trata de "una apropiación pública de las plusvalías del proceso urbanizador" aunque no oculten que con ella se incrementarán los ingresos que entran en las arcas municipales.

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