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Más que palabras

Gorbachov ha encontrado la manera de convencer a su propio pueblo y al mundo occidental de su sinceridad. No sólo lanza discursos sobre sus pacíficas intenciones, sino que ha puesto en libertad a algunos soviéticos que habían sido injustamente encarcelados.Ha explicado que desea paz y estabilidad porque quiere solucionar los problemas internos. Tiene sentido y suena lógico. Pero durante mucho tiempo las palabras de los dirigentes soviéticos sonaban como la Constitución, grandilocuentes y vacías. Gorbachov parece haberlo comprendido y ha acompañado sus palabras con actos. En lo que respecta a su política exterior, ha presentado iniciativas sobre Afganistán, el control de armamento, la ocupación de Camboya por Vietnam y las relaciones chino-soviéticas. Más tarde ha añadido la inspección de las plantas de armas químicas. En cuanto a la política interior, ha exhortado a su gente a realizar una autocrítica. El problema residía en que, un país cuyas prisiones, campos de trabajo y pabellones psiquiátricos están habitados por los disidentes y críticos, no resultaba demasiado convincente.

El caso Koryagin marca un hito. Recluido durante seis años por denunciar los abusos de la psiquiatría en la URSS, su liberación, y por supuesto la de Begun, han dado a Gorbachov credibilidad ante su gente en su proyecto de reformas y, en el exterior, en su intención de reducir las hostilidades.

19 de febrero

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