El problema de la droga sale a la luz en la URSS
Moscú estudia medidas contra el consumo, la elaboración y el tráfico de estupefacientes
La Unión Soviética estudia la adopción de medidas penales, médicas y profilácticas para combatir. el consumo, elaboración y tráfico de drogas, según se desprende de la discusión a gran escala sobre los estupefacientes desarrollada actualmente en la Prensa del país. El problema de la drogadicción en la URSS ha salido a la luz pública después de que se levantara el tabú que ha pesado durante años sobre un fenómeno considerado como un síntoma de la degradación de la sociedad burguesa occidental. Con un retraso de lustros, tal como lamentaba recientemente un periodista soviético, se reconoce ahora que se ha perdido un tiempo precioso en un problema que afecta de forma creciente a los jóvenes.
Tan sólo en la ciudad de Moscú existen 3.600 drogadictos registrados, y no por voluntad propia, según el jefe del partido comunista de la capital, Boris Ieltzin. Dos individuos que intentaron secuestrar hace poco un avión de Aeroflot en la ciudad de Ufa eran calificados como toxicómanos por la versión oficial del suceso, que costó la vida a seis personas, entre ellas los dos frustrados secuestradores.Los relatos que se publican en la Prensa soviética, con una periodicidad casi diaria, no proporcionan ninguna información sobre la influencia de la tradición asiática del consumo de opio sobre el Ejército soviético desplazado a Afganistán.
La Prensa subraya la vinculación entre consumo de drogas y delito, a través de una dependencia insuperable provocada por el estupefaciente. El consumo, en sí mismo, es juzgado como un mal capaz de destruir la personalidad del afectado. En Alma Ata, la capital de la República asiática soviética del Kazakistán, los drogadictos cometen más de la mitad de los delitos y todos los robos en viviendas, según el diario de los sindicatos, Trud. Sin embargo, ni la legislación penal garantiza el castigo en todos los eslabones del tráfico de drogas, ni el sistema sanitario la curación de los enfermos. Las instituciones sociales tampoco garantizan la inmunidad de los adolescentes curiosos ante los traficantes, que se abastecen, sobre todo, de las plantaciones de adormidera y cáñamo de las zonas asiáticas soviéticas.
Legislación penal
La legislación penal en materia de narcóticos varía de una República soviética a otra. El Código Penal de la República Federativa Rusa, por ejemplo, castiga el consumo y posesión ilegal de narcóticos con la privación de libertad hasta un total de tres años o bien dos años de reclusión acompañada de trabajos correctivos.El castigo a los responsables de las empresas agrícolas por no destruir el cáñamo silvestre es prácticamente nulo, y sólo en Kirguisia se aplican las responsabilidades administrativas a quienes no lo hacen, según el general mayor de la policía G. Alekseev, entrevistado sobre el asunto de la drogadicción por el semanario Literaturnaia Gazeta. El cultivo en el huerto doméstico y particular de marihuana o adormidera no está prohibido, pues ambas plantas se utilizan en la industria.
De las drogas que se consumen en la URSS, un 80%, procede de los cultivoss de stinados a uso industrial y farmacéutico. La superficie destinada a cultivo del cáñamo se ha multiplicado por 25 en los últimos años, según explicaba G. Alekseev. El 20% restante de las drogas consumidas son medicamentos o narcóticos que en gran parte proceden del mercado negro en hospitales y farmacias.
Un kilo de opio cuesta en el mercado negro 30.000 rubios (un rubio equivale a 220 pesetas, aproximadamente), según el órgano del partido comunista de Kazakistán, Pravda Vostoka. El precio, señalaba el periódico, se encarece con la distancia del punto de cultivo. Por cuatro kilos de hachís se pagaban en el mercadonegro un total de 3.000 rubios, según el periódico Trud.
Una de las aportaciones más completas publicadas por la Prensa soviética sobre la droga aparecio en el semanario Literaturnaia Gazeta durante la segunda quincena de agosto. Además del general mayor Alekseev, como representante de la policía y el Ministerio del Interior, declaraban allí el ministro de Sanidad de la República Federativa Rusa, A. Potapov, y un vicepresidente del gosagroprom, el superministro de Agricultura.
Tratamiento anónimo
La falta de suficientes efectivos policiales para vigilar los campos de cáñamo y la falta de directivas del Ministerio de Sanidad a las fuerzas del orden público eran algunos de los problemas mencionados por el alto cargo policial. Éste sugería introducir un doble sistema de dispensarios para toxicómanos; uno de ellos estaría destinado a los pacientes voluntarios y tendría un carácter anórtirno. El general mayor Alekssev se manifestaba como adversario del castigo a los consumidores de narcóticos que se sometieran voluntariamente a tratamiento.En Moscú, según aseguraba recientemente el diario Vechernaia Moskva, hay 10 dispensarios narcológicos, dos de ellos con posibilidades de internamiento. El periódico señalaba que estos centros garantizan el secreto médico y el tratamiento anónimo, y ofrecía a los lectores necesitados de consejo un número de teléfono al que llamar.
Un cuadro bastante pesimista de la situación sanitaria era trazado en Literaturnaia Gazeta por el ministro Potapov. Según éste, ni siquiera las clínicas psiquiátricas de importancia cumplen con el requisito que las obliga a tener dependencias especiales para toxicómanos. Faltan médicos especializados y tampoco hay centros donde pudieran hacerlo. A diferencia de los alcohólicos, los drogadictos no se benefician de una red de centros de desintoxicación que les recupere para la vida laboral.. Las posibilidades de someterse a tratamiento de desintoxicación para los toxicómanos son pocas y el 90% de quienes se someten a tratamiento vuelve a reincidir en el vicio, según el ministro.
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