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TRIBUNALES

El 'caso Forteza' conmociona a la Audiencia de Valencia

El caso de Guillermo Forteza, de 29 años, titular del Juzgado número 14 de Instrucción, ha causado, en una Audiencia como la de Valencia, poco acostumbrada a ver publicadas sus interioridades, una auténtica conmoción. Ante las graves anomalías denunciadas, el aplazamiento hasta septiembre del expediente disciplinario iniciado contra él por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha sorprendido en medios jurídicos.

El caso Forteza se ha deteriorado alarmantemente en los últimos días. Hay una coincidencia casi generalizada de jueces, fiscales y abogados en criticar las actuaciones del polémico juez. Su choque con la policía al detener a dos altos jefes y la masiva protesta de los medios informativos tras denunciar a un periodista que le fotografió, han contribuido también a precipitar los acontecimientos.Fuentes del órgano de gobierno del poder judicial han manifestado que la investigación sobre la actuación del juez Forteza conducirá, en septiembre, a la apertura de un expediente disciplinario que probablemente concluirá con una sanción. El retraso se debe a que el presidente de la Audiencia Territorial, Carlos Climent, no había remitido a finales de julio al Consejo el resultado de la investigación efectuada en Valencia.

Los medios judiciales consultados son casi unánimes sobre el hecho de que Forteza se ha hundido a sí mismo. Pero añaden que las alturas no debieron permitir que el asunto se pudriera y que se enrareciera tanto el ambiente en la Audiencia. "Una intervención a tiempo, hace meses", dicen profesionales de variada ideología, "quizás habría evitado la escalada de graves incidentes que ha protagonizado Forteza y las reacciones de sus damnificados". Así, apuntan que habría sido fácil disimular el descanso que el juez parece necesitar con un "traslado por comisión de servicios".

Estas críticas aluden a Carlos Climent, presidente de la Audiencia, quien ha expedientado a varios jueces por hechos menos importantes. Climent se defiende así de estas acusaciones: "La ley me impide intervenir en asuntos que son competencia exclusiva del juez, absolutamente independiente en el ejercicio de su labor".

Climent, moderador

El hecho cierto es que Climent, valiéndose del ascendiente que le da haberle preparado para ser juez, a veces sí ha intentado moderar privadamente a Guillermo Forteza, pero su actuación no ha sido suficientemente contundente para poner coto al problema antes de que le desbordara. Sólo cuando la escalada de acontecimientos era imparable, y a instancias del (EGPJ, ordenó abrir una investigación.

El aislamiento de Forteza entre sus compañeros jueces empezó el mismo día en que llamó a declarar a su. juzgado a una juez de distrito que le afeó su comportamiento cuando entró y salió un par de veces de su despacho sin decir palabra. Por esas mismas fechas -invierno y primavera pasados- el juez intentó que fueran llevados detenidos al juzgado de guardia el ginecólogo de su esposa, por no atenderla con la urgencia que él requería, y el conductor de un camión que rozó su automóvil.

El malestar que estas actuaciones despertaron se convirtió en clamor cuando, empeñado en una cruzada contra la prostitución, ordenó a fines de mayo una redada que supuso la detención de más de 100 personas, la mayoría mujeres. La operación colapsó los calabozos policiales y la cárcel de mujeres, donde las detenidas, según las denuncias formuladas, sufrieron situaciones de hacinamiento y conculcación de sus derechos. Las críticas, desde amplios sectores de la Justicia, arreciaron. Desde que Forteza fue objeto de informaciones periodísticas, los acontecimientos se precipitaron. El CGPJ ordenó una investigación previa al expediente disciplinario. Afiliado a la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura (APM), perdió el apoyo de sus dirigentes.

Su aislamiento no ha sido total merced a la ayuda del diario conservador Las Provincias, empeñado desde entonces en defenderle a capa y espada, y a Francisco Ferrando, otro juez de instrucción, y algunos de los policías del grupo adscrito a los juzgados valencianos, con quienes se suele reunir.

Problemas con policías

El penúltimo episodio del caso Forteza se produjo el 8 de julio, denuncia de varios policíal el subcomisario Miguel Herrero, uno de los que más contactos extraprofesionales mantenía con Forteza y a quien se acusó de haber cobrado millón y medio de pesetas de cinco locales de alterne.

El caso Herrero correspondió al juzgado de Forteza, quien no se inhibió. Durante la instrucción de estas diligencias, incoó otras por prevaricación contra los jefes policiales que habían intervenido en la denuncia contra Herrero, por supuestas irregularidades en el atestado. Con la oposición del fiscal, el juez ordenó detener a dos comisarios.

A partir de este momento, las entrevistas entre el director general de Policía, el delegado del Gobierno en Valencia, el presidente del CGPJ, el fiscal general del Estado y el presidente de la Audiencia se sucedieron. Era urgente buscar solución al caso.El pasado lunes, el juez denunció a un redactor del diario Levante por fotografiarle. Unos 40 profesionales se concentraron el miércoles ante el juzgado de guardia, en espera de que Forteza saliera a la calle, para fotografiarle y entrevistarle. El juez, psíquicamente acorralado, acabó huyendo en un coche de la policía.

Los dirigentes de la APM y los de Jueces para la Democracia de Valencia prefieren en los últimos días no hacer comentarios públicos ni privados "para no echar más leña al fuego". Sobre todo los segundos fueron responsabilizados por Forteza de informar a la Prensa sobre sus actuaciones. Y ello ha costado a jueces progresistas como Luis Manglano o Antonio Nebot desagradables enfrentamientos con Forteza, de los que también ha sido informado el CGPJ.

El juez y el oscuro mundo de la prostitución

La prostitución y el oscuro mundo que la rodea ha sido la obsesión del juez Forteza en los últimos meses. A pesar de que fueron multitudinarias y unánimes las críticas a la forma en que el juez actuó, nadie ha puesto en solfa el fondo del asunto. Si, como parece probable, Forteza es trasladado o apartado temporal o definitivamente de la carrera judicial, quedará la duda sobre si había empezado a hurgar en el siempre resbaladizo terreno de las relaciones entre sectores corrompidos de la policía y la prostitución, un negocio que mueve al año miles de millones de pesetas o si, simplemente, ha actuado manipulado por personas interesadas en la guerra que por el control de la prostitución en Valencia parece estar librándose.El propio juez, en una entrevista concedida a un periódico local el pasado martes, aludía a un supuesto interés de la policía en que no "se metiera" en asuntos de prostitución. Nadie le ha respondido, pero sus declaraciones han servido para despertar dudas. Sobre todo con el excelente caldo de cultivo que para la sospecha han creado casos como el de la mafia policial de Santander o la misma denuncia por presunta corrupción contra el subcomisario valenciano Miguel Herrero, acusado de cobrar dinero de varios clubes nocturnos.

Tras las manifestaciones de Forteza, han sido muchas las personas que han creído necesaria una investigación a fondo sobre esas presuntas vinculaciones entre algunos policías y la prostitución, desde siempre sospecha das y pocas veces investigadas y confirmadas. O, por el contrario, la conveniencia de presentar una querella por injurias o calumnias contra el juez.

Nada de ello ha ocurrido por el momento. La policía valenciana, dos de cuyos jefes -los que intervinieron en la denuncia contra Herrero- tienen incoadas diligencias previas por prevaricación, parece esperar el probable sobreseimiento del asunto para actuar, si el momento es oportuno, contra Forteza.

Desde el sobresaltó producido por el caso Herrero, la policía valenciana ha guardado, en general, silencio, sólo roto por el desmentido oficial a toda implicación de inspectores y comisarios en asuntos turbios y por las quejas sobre la actuación del juez. Más de un comentario pronunciado en los pasillos de la Audiencia de Valencia ha hecho mención a "la gracia que tendría que Forteza, precisamente, haya puesto el dedo en la llaga", obsesionado por su cruzada moral contra el pecado sexual.

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