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Crítica:EL CINE EN LA PEQUEÑA PANTALLA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Lección de historia oculta

Es lícito buscar en zonas oscuras de la historia, como se sabe, la madre de la vida, y mucho más si la máquina que taladra la memoria mal reconocida se llama cine. En cine se puede, y Hugh Hudson lo acaba de hacer con buenos resultados pictóricos y discutible tez cinematográfica, narrar toda la revolución norteamericana, del mismo modo que se puede -e incluso habría que decir que, de cuando en cuando, se debe- puntear un pasado desconocido que complementa o completa la visión del conocido.Ése es el territorio que recorre con notable profesionalidad Alfonso Ungría en La conquista de Albania. Los duchos en historia saben de la guerra de Pedro el Cruel y Pedro el Ceremonioso y de la hegemonía castellana reconocida en 1375 en el Tratado de Almazán. Más difícil es tener conocimiento de una gran expedición que envió por aquellas fechas el rey de Navarra, Carlos II, en ayuda de su hermano Luis de Beaumont, por tierras de Albania. Dura tarea la del productor Ángel Amigo en su empeño de levantar un monumento medieval en el campo de una cinematografía, la vasca, que, como la del resto del Estado, no se caracteriza precisamente por sus propuestas colosalistas.

Por la puerta grande entra, pues, la narración épica, que el espectador reconoce inmediatamente por la tradición genérica; pero pronto se va al garete cuanto espera, puesto que, voluntariamente, la película abandona pronto los tonos grandilocuentes para sumergirse en un triste poema de la desesperación. En efecto, ahí tenemos a un ejército valeroso que ve pasar por sus vidas los años sin que en ningún momento la batalla, la acción, esa conquista anhelada, haga su aparición.

Hay quien ha tachado al filme, y no sin razón, de aburrimiento perpetuo, de narración morosa. Pero también es cierto que para penetrar eficazmente en el sentido de la obra era necesario, si no exactamente un metraje de casi dos horas de duración, sí un cierto sopor interno, que es el que viven sus protagonistas y, en definitiva, el que debía transmitirse al espectador.

Película de indudable interés, La conquista de Albania posee un excelente acabado técnico, del que hay que resaltar en justicia la fotografía, tejida a base de tonos mustios que realzan el carácter utópico de la empresa, obra de Alfredo F. Mayo; incuestionable también la calidad de la escenografía de W. Burmann, cuyos decorados y ambientación aportan la belleza a la vez ligera y claustrofóbica a la que se ven abocados sus personajes. Personajes recreados por actores competentes que, como Xabier Elorriaga, Chema Muñoz o Walter Vidarte, forman parte de un decorado silencioso y triste y sin ecos, el verdadero discurso de la película: un desfile de imágenes en las que no pasa nada porque el destino así lo ha dictado.

Estrenada hace un par de años, la afición se repartió los gustos por La conquista de Albania. Hay que reconocer que esta itinerante aventura, donde la epopeya pesa más por su carácter antiheroico que por el heroico entendido convencionalmente, tiene el interés de la atipicidad y el riesgo y puede considerarse -como la reciente El caballero del dragón, de Colomo- como una rara avis del cine español histórico, la otra cara de los productos Cifesa de la época. Las rarezas, bien hechas, siempre cuentan.

La conquista de Albania se emite mañana, por TVE-2, a las 22.10.

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