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El referéndum, el Gobierno, la derecha y tú

Las encuestas son tenaces en el tema de la OTAN, señala el autor de este trabajo en la segunda parte del mismo. El Gobierno ha ofrecido una serie de rebajas para hacer aceptar la permanencia en la Alianza Atlántica, pero pudiera suceder, en su opinión, como en el cuento de Hansel y Gretel, que acabaron encerrados en la casa de turrón que quisieron devorar.

Para afrontar con éxito el referendum, convertido ahora en trampolín electoral de Felipe González (si las encuestas acaban mostrándose favorables al sí), al Gobierno no le vasta con las veladas y burdas acusaciones de prosovietismo al Movimiento por la Paz. Todo ha de estar atado y bien atado. Se trata de cambiar, desde arriba, la opinión de la mayoría de ciudadanos, como ya sé hizo con las bases del PSOE en el XXX congreso, pero con una dificultad adicional: en este caso el control organizativo es menos férreo y mucho menos alto el porcentaje de cargos en la Administración. De ahí la lentitud en diseñar y mostrar la estrategia gubernamental; de ahí las disonancias en las declaraciones públicas de diversos minístros, entre, por ejemplo, Maravall y Serra. El Gobierno todavía no ha enseñado claramente sus bazas, sigue jugando a la contra en los temas fundamentales pese a que ha emprendido su campaña explicativa. La confusión sigue siendo válida: "habrá referéndum, pero...", "de haberlo no será vinculante, Constitución obliga", "sea como fuere, un alto índice de abstención significaría que el Gobierno no se sentiría comprometido"... Todo parece indicar que van a jugar a dos cartas: el sí mayoritario para zanjar el tema y una vía de escape, la abstención, propiciada por la derecha y por el propio mensaje del Presidente: "Tu no a la OTAN es un no a mi persona y política".La estrategia gubernamental en pro del sí a la OTAN tiene dos ejes: erosionar el sentimiento antiatlantista de la población y los argumentos de los competidores; dulcificar el sí a la OTAN con diversas contrapartidas.

Excusas no solicitadas

Los argumentos que Felipe González, Claudín, Benegas,... manejan para contrarrestar el sentímiento antiatlantista son, entre otros, los siguientes: a) tres años de OTAN no han recortado la soberanía nacional; b) la salida de la OTAN no tendría graves repercusiones en el equilibrio mundial; c) estar en Europa presupone estar en la OTAN; d) es mejor estar cerca de los centros de decision y, además, cambiar la Alianza desde dentro. Poco nuevo hay tras esos argumentos, tan defensivos que recuerdan el aforismo escolástico excusation non petita, acusatio manifesta. ¿Confesar que es "más fácil entrar que salir?" no supone admitir la existencia de presiones y limitaciones? ¿Por qué tántas consultas, dimes y diretes con Lord Carrington, Weinberger y demás? ¿Pidieron permiso los norteamericanos para contemplar en sus planes de contingencia, firmados y autorizados por su Presidente, el estacionamiento en caso de guerra de 32 bombas nucleares de profundidad en la base de Rota? El experto norteamericano William Arkin ha mostrado recientemente que España está ligada de facto a la infraestructura nuclear norteamericana, como muestra el hecho de que los F-16 estacionados en Torrejón vuelan regularmente a bases.en Italia y Turquía donde se almacenan las bombas nucleares que les corresponden. Habida cuenta de que el Gobierno fue incapaz de reaccionar positivamente tras el escándalo de la revelación de los planes de contingencia a que aludíamos, ¿puede garantizar que los F-16, sin conocimiento de las autoridades españolas, no regresen tras una situación de alerta con estas bombas? ¿No supone eso un claro ejemplo de limitación de la soberanía nacional?

Los restantes argumentos "defensivos" tampoco parecen demasiado sólidos. En lo concerniente a las repercusiones de la salida de la OTAN, ¿quedaron desequilibrados los bloques con nuestra entrada en 1982?, ¿se produjo algún nuevo ingreso en el Pacto de Varsovia? No veo por qué debería suceder ahora lo que no se produjo entonces. Si se trata, como también se arguye, de incidir en las negociaciones de desarme, nuestra neutralidad podría constituir una buena baza para que los restantes países de Europa occidental pidieran, tras ser ésta efectiva, algo a cambio al otro bloque.

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Si el Gobierno quiere estar realmente cerca de los centros de decisión debería pedir que se nos considere un nuevo estado norteameric.ano para que Felipe González puda participar en sus elecciones presidenciales. En cuanto a la posibilidad de cambiar la OTAN desde dentro, estrategia que proviene de la Internacional Socialista, eso va ligado a la potenciación de la Unión Europea Occidental y a la creación de un tercer bloque, el de Europa occidental. Dada la hegemonía norteamericana en la Alianza, no parece nada fácil, además de que ese hipotético nuevo bloque supondría ir de Guatemala a Guatepeor.

En lo que respecta a la vinculación de la CEE con la OTAN, lo mejor es dar la palabra al PSOE, al de 1981, en su excelente folleto 50 preguntas sobre la OTAN: "Relacionar ambas cosas es ya un error de principio, y utilizar públicamente el trueque y el cambio sobre decisiones tan fundamentales constituye un singular tropiezo político, diplomático y un engaño al pueblo". Como dice el Movimiento por la Paz, la OTAN, al igual que el Pacto de Varsovia, no son Europa, sino la causa de la división de Europa, responsables de que se erisanche la brecha entre el Este y el Oeste. Ni la OTAN es Europa, ni la CEE lo es tampoco, ni ésta es la Alianza Atlántica.

Más cuento que Calleja

En cuanto a las contrapartidas para dulcificar el atlantismo rampante de que ahora hace gala el Gobierno, sólo vamos a ocuparnos aquí de la más desvergonzada y trapacera: la oferta de la no integración en la estructura militar de la Alianza.Como bien señaló un reciente editorial de este diario, la oferta es una ficción. El Gobierno socialista se limitó a paralizar las negociaciones sobre la modalidad de integración iniciadas por UCD; y ni siquiera de forma completa, pues el actual Gobierno aceptó el ingreso en la NAMSO. El Gobierno ha aceptado un Plan estratégico conjunto que responde a los intereses militares de la OTAN; se está participando en no menos de 30 organismos (Comité Militar, Comité de Maniobras; Grupo de Planes Nucleares, Comité de Planes de Defensa...); es decir, en muchos más que Francia. Militares españoles acuden a la escuela de la OTAN, se completa la conexión del sistema español de defensa aérea con el de la OTAN, se está presente en casi todos los programas de cofabricación de armas.

Como los propios funcionarios de la OTAN admiten, las diferencias entre estructura civil y militar son más teóricas que reales; Canadá y Gran Bretaña no tienen su territorio incluido en el sistema de mando integrado de la OTAN y no por ello se puede afirmar que no tienen vinculación militar con la Alianza. Por decirlo nuevamente con el PSOE en su folleto de 1981: la organización militar integrada es la médula espinal del Pacto Atlántico (...) Ningún país que ha firmado el Pacto lo ha hecho con ánimo de quedar excluido de la organización militar integrada (...) No sería realista firmar el Pacto pensando en no adherirse al mando militar integrado". En la OTAN no se elige entre estructura civil y militar; se opta por una u otra forma de integración a los cometidos militares del Pacto. No se puede hablar de Islandia o de Noruega, sin citar que incluso este último país (que no permite que se almacenen armas nucleares o que haya bases extranjeras en su suelo) alberga importantes mandos de la Alianza y tiene bases y aeródromos utilizables por los aviones AWAC o por los P-3 Orión capaces de misiones nucleares. Islandia acoge, a su vez, la base central estadounidense para la defensa aérea y la guerra antisumbarina en el Atlántico Norte; por añadidura, los planes de contingencia la han hermanado con Rota, aunque a ellos les han tocado 48 bombas nucleares de profundidad. No existen ingresos a la carta; a lo sumo se escoge entre los diversos platos de un menú que contiene siempre acuerdos, bases y facilidades militares. Ni siquiera es fácil eludir el postre: el mando militar integrado.

Tal vez haya que dar la razón a Claudín cuando afirma que la OTAN no es la Unicef ni el lobo feroz; es algo diferente, como muestra el episodio de Sigonella. En cuanto a la postura.del Gobierno, no sería extraño que de seguir intentando rizar el rizo con sus trapacerías y confusiones se les recuerde en un futuro, aquello de "más cuento que Calleja". Sólo la prepotencia y la presunción pueden hacer creer que los ciudadanos no van a saber discriminar entre la verdad y las verdades a medias. León Felipe lo dijo lapidariamente: "Sé pocas cosas, es verdad; pero sé todos los cuentos".

Rafael Grau es miembro de la comisión de portavoces de la Coordinadora Estatal de Organizaciones Pacifistas para la Campaña Referéndum.

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