_
_
_
_
_
GENTE

Rong Yiren,

de 69 años, hombre de negocios chino, lleva un tipo de vida poco frecuente en su país: posee un Mercedes, un Cadillac y un Nissan y en sus mansiones de Pekín y Shangai cuenta con ocho sirvientes. En 1979 Deng Xiaoping lo recuperó para la revolución proletaria encargándole de atraer al país las inversiones extranjeras. Desde entonces dirige la empresa estatal China International Trust and Investment Corporation, que canaliza la tecnología y los capitales extranjeros en la industria china. Rong afirma que es "un empresario, no un capitalista" y que trabaja para el Estado, no para él mismo, Procede de una familia considerada entre las más ricas del país antes de que los comunístas se hicieran con el poder en 1949. En esas fechas él era banquero en Shangai, pero, a diferencia de la mayoría de sus colegas, permaneció en el país y desempeñó puestos comerciales y administrativos destacados. Apartado de la vida pública durante la Revolución Cultural, se dedicó al estudio y a plantar flores.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_