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Reportaje:

El oscuro vello del doctor Rosado

Blanca Cia

"Mujer: te garantizo de por vida y bajo contrato la eliminación definitiva del vello (Manuel Rosado)". De esta forma anunciaba el doctor Rosado su método de depilación definitiva, empresa que le ha costado la pena de tres años de prisión como autor de un delito de estafa. En 1980, Manuel Rosado se instaló en el número 55 del Paseo de Gràcia, de Barcelona, y abrió al público una consulta que rápidamente fue frecuentada por numerosas mujeres. Definitive Depilation Therapy, nombre del método que comercializó, fue bien acogido entre las mujeres con problemas en el vello superficial.

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La actividad del doctor Rosado fue conocida rápidamente por su potencial clientela, ya que fue anunciada tanto en Prensa como en propaganda por buzones. "Nadie hasta ahora se ha comprometido a decir de una manera formal que ese vello que tanto afea tu cuerpo, puede suprimirse de una vez y para siempre", afirmaba el folleto. "En la consulta me dijeron que cuando notase un debilitamiento del pelo era señal de que el método funcionaba y el problema del vello superficial desaparecería. Yo al cabo de meses de tratamiento me di cuenta de que no servía para nada", explicó Purificación, una de las afectadas y denunciante de la estafa.En la clínica del doctor Rosado no sólo se trataban cuestiones relativas a la eliminación del vello superficial. De forma paralela se anunció otro sistema para precisamente todo lo contrario, resolver el problema de la calvicie "¿Te estás quedando calvo?, yo te puedo ayudar (Manuel Rosado)" era el reclamo publicitario para el sexo masculino. Según se explicaba en la propaganda, el método se denominaba Definitive Scalp Therapy y aseguraba un sistema natural "y rigurosamente científico, sin injertos ni pelucas". Las condiciones del contrato eran las mismas que en las depilaciones y aseguraba la devolución del dinero desembolsado si los resultados no eran satisfactorios, lo que, al igual que en el caso de la depilación, parece que no ocurrió, puesto que entre los 73 denunciantes que llevaron a juicio al doctor figuraban tres hombres.

La máquina indolora

Las mujeres acudían a la consulta y exponían su problema a una señorita que les atendía en recepción. Posteriormente, mantenían una conversación con otra empleada, habitualmente una administrativa sin ningún tipo de conocimiento sobre este tipo de cuestiones. Esta persona era la que extraía un pelo y después de observarlo en una pantalla determinaba el número de sesiones, cobradas a razón de 1.500 pesetas cada una. "El sistema se basaba en una máquina de la que salía un cable y una aguja. Ésta se aplicaba a cada poro y producía una pequeña descarga eléctrica que no causaba dolor, pero sí dolía cuando extraían el pelo con las pinzas, a pesar de que insistían en que el método era completamente indoloro", cuenta María Jesús , otra de las perjudicadas.Numerosas mujeres pusieron en tela de juicio el citado sistema a los meses de tratamiento. "Yo me di cuenta, añade María Jesús, de que el método era un engaño cuando nos ofrecieron las máquinas para compensar el dinero gastado. La clínica aseguraba que el coste de este aparato era de cerca de 200.000 pesetas y después un perito la tasó en no más de 20.000, ya que por dentro no tenía nada, sólo eran lucecitas en una pantalla."

En ocasiones, las empleadas aconsejaban a las clientas que tomasen una cápsula para evitar reacciones en la piel, pero más tarde se supo que lo que contenían las cápsulas eran sales de frutas. El sistema del doctor Rosado, además de no ser eficaz, causó problemas en numerosas mujeres, ya que el vello, lejos de desaparecer, rebrotaba abundantemente. "Esto pasa en la zona de la barbilla", argumenta una perjudicada; "al arrancar el pelo y no extraer también la raíz, lo que pasa es que crece más fuerte y mucho más visible que antes". El vello parecía desaparecer mientras las sesiones eran frecuentes, dos o tres veces por semana, pero al dejar de acudir a la consulta se veía cómo se regeneraba con la misma rapidez que antes. Algunas de las empleadas a las órdenes de Manuel Rosado eran conscientes de este hecho y aconsejaron a algunas mujeres que lo explicasen a un abogado para interponer una denuncia.

Purificación, una de las querellantes, explicó que a mediados de 1981 la clínica tenía muchas clientas. "Las sesiones ya no eran tan frecuentes y se retrasaban en las horas concedidas. Además, lo tenían montado de forma que no coincidiéramos en la sala de espera y no pudiésemos conocernos, aunque muchas veces nos comentábamos, al salir de la consulta, que los resultados no eran los esperados". Al concluir el tratamiento y ver que el vello seguía creciendo muchas mujeres solicitaron hablar con el doctor Manuel Rosado directamente. "Siempre nos contestaban que estaba de viaje y que no nos podía atender", explica Purificación. "Además, cuando reclamábamos el dinero, las empleadas solían decir que la devolución dependía de la clínica de Madrid y que ellas no podían hacer nada", añade.

Durante el proceso del sumario se supo que el capital social de la empresa se constituyó con 100.000 pesetas y que nunca se fijó una partida contable para el caso de posibles devoluciones. Sin embargo, el mismo doctor Rosado afirmó en distintas ocasiones que su sistema tenía un índice aproximado de un 20% de casos sin resultados óptimos, aunque tampoco destinó cantidad alguna de dinero para esta eventualidad. Lejos de admitir el fracaso de su sistema en las 73 querellantes, subrayó que la causa de la insistente salida del vello era la poca constancia en el tratamiento.

Ya, en los últimos meses de existencia de la sociedad, en 1981, el fracaso del método era reconocido por las mismas empleadas, de la clínica. Al parecer, el doctor Rosado les propuso desde Madrid abandonar la dirección de la sociedad y cederla a las empleadas para que la administrasen en régimen de cooperativa. Pero esta idea no fue aceptada por ellas, ya que el método no era efectivo y por tanto se iban a encontrar con el mismo problema. Por este motivo, el final de la empresa fue un tanto particular. Las empleadas ofrecían a las clientas quejosas las máquinas de la depilación y todo tipo de mobiliario de las instalaciones. De esta forma, algunas de las perjudicadas cobraron la deuda llevándose lámparas, camillas y otro tipo de accesorios. Finalmente, los magistrados de la Sala Primera de la Audiencia de Barcelona, en la sentencia dictada, por la cual condenaban al doctor Manuel Rosado y a su socio, Luis Borrás, a tres años de prisión, dieron la razón a las 73 querellantes.

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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