Clelia
Compañera de un ex obispo de la diócesis argentina de Avellaneda, opina que el mundo es machista y Cristo nunca lo fue
Clelia nació hace 53 años en Buenos Aires. Hija de una importante familia argentina, no quiere dar publicidad a sus apellidos porque considera que actualmente no tiene nada que ver con ellos. Desde 1972 es la compañera de Jerónimo Podestá, obispo de la diócesis argentina de Avellaneda hasta su suspensión a divinis. Clelia ha dado protagonismo a las esposas de esos 70.000 sacerdotes católicos cuyos representantes participaron en el II Sínodo Mundial de Curas Casados, celebrado recientemente en Ariccia (Italia).
Clelia, inseparable compañera de Jerónimo Podestá, es especialmente crítica con el papel que la Iglesia y la sociedad ofrece a las mujeres. Cree que "el mundo es machista y Cristo nunca lo fue". Opina que los hombres cierran el paso a la mujer como simple reacción autodefensiva porque -dice- "somos más intuitivas y nos lanzamos rápida mente a realizar lo que tenemos en la cabeza". Ese mismo instinto era el que la dirigía de pequeña hacia la vocación religiosa, y Clelia confiesa que quería ingresar en un convento. Sin embargo, no lo hizo y comenzó a trabajar como secretaria del obispado que ostentaba, Jerónimo Podestá. En 1966 comenzó su relación con él.Pero si hasta el siglo XII los sacerdotes podían viajar con sus esposas, no fue así para Clelia y su esposo, que en 1966 se vieron sumidos en un cúmulo de presiones políticas y eclesiales hasta que Jerónimo Podestá fue suspendido a divinis. Durante ese período, la relación entre ambos, lejos de deteriorarse, se fortaleció.
Clelia tiene una gran fe, en la pareja, aunque no comparte la opinión expresada por Juan Pablo II en su libro Amor responsable. Para ella, el matrimonio no es indisoluble, porque cuando "la pareja pierde sus relaciones interpersonales, su entrega, el matrimonio deja de existir". "Una vez concluido el diá logo, el acto conyugal se traduce en acto sexual, y eso es distinto", afirma.
Su relación con Jerónimo Podestá sigue, a juicio de quienes les conocen, como el primer día. Juntos, al igual que al principio, siguen escribiendo libros. Clelia es coautora junto con su esposo de varias obras, la última de las cuales, que aparecerá próximamente, recoge el testimonio de seis parejas de sacerdotes casados y sus vicisitudes durante la dictadura militar en Argentina.
A sus 53 años conserva todavía el carácter militante, que no le impide vivir juvenilmente su personal contestación contra algunas de las manifestaciones del orden estable cido. "La Iglesia es pueblo de Dios y el pueblo de Dios latinoamerica no tiene hambre y una deuda ex tema que lo estrangula", afirma. Cree que algunos de los hombres que recientemente han llegado al poder en América Latina pueden contribuir a sacar al continente del estado de penuria económica en que se encuentra. Clelia opina que el Presidente argentino, Raúl Alfonsín, es una persona con muy buenas intenciones, que debe enfrentarse a muchos lastres del pa sado. Y entre esos lastres también se cuenta un sector, la jerarquía de la Iglesia argentina. "Si ahora convocan un referéndum sobre el divorcio se le echarán encinia", afirma. Sin embargo, añade, este sector apenas actuó durante la dictadura militar.
En ese péríodo y entre los años 1974 y 1978 la pareja vivió en el exilio por las amenazas que habían recibido de la"Alianza Anticomunista Argentina. "Los obispos que excomulgaron a Juan Domingo Perón fueron incapaces de hacer lo mismo con los jerarcas militares que dirigían en mi país la desaparición de miles de personas, porque eso, decían, era hacer política".
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