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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'El pícaro', una producción propia

El pícaro fue una serie de televisión que hace 10 años permitió creer que la producción dramática propia de TVE iría por caminos brillantes. Estaba encomendada a Fernando Fernán-Gómez, suyos eran los guiones (con Pedro Beltrán y con Emmanuela Beltrán: el nombre propio de Emma Cohen), la dirección y la interpretación del personaje Lucas Trapaza, en quien se reunían los trazos característicos de un género particular y típico de la literatura española, la novela picaresca, tomados de los relatos de los escritores clásicos.Fernán-Gómez, por otra parte, es doble protagonista hoy de la sesión nocturna de las dos cadenas de TVE: mientras en una podrá verse el segundo capítulo de El pícaro, en la otra se emitirá una nueva entrega de la serie La noche del cine español, en la que será exhibida la película Vida en sombras.

El año 1974 la sociedad española era bastante distinta de como es ahora o estaba encubierta por obligaciones, restricciones, pudores, hábitos distintos. La visión de la picaresca se acentuaba en la aventura característica del personaje: el ingenio para simplemente comer a costa de los otros, pero no suficiente para no acabar molido a palos. La difícil realidad española que producía al pícaro había de traslucirse de la aventura a secas, y en su entorno, en su escenario. La breve introducción que hace Fernán-Gómez antes del primer capítulo (que ya es una interpretación: la de conferenciante) deja la duda de si fue España la que creó el pícaro o el pícaro el que hizo una creación de la España que hemos seguido conociendo...

Tampoco había cundido entonces la televisión en color. Toda la riqueza cromática y espectacular que se depositó en esta serie se perdió en muchas casas: la reposición que se hace ahora -uniendo cada vez dos capítulos de media hora- permite apreciar el esfuerzo- Cardenales y mendigos- perniles, galeotes, gallinas y asnos, damas de alcurnia y plebeyas suculentas, puertos y mercados, plazuelas y procesiones, harapos, mesones, están formando continuamente el escenario vivo por donde anda, ama, sufre y come y huye el siempre burlador y siempre burlado Lucas Trapaza, arquetipo del pícaro.

No desentona hoy con el conjunto de la pantalla. Es cierto que en 10 años la técnica de la televisión y el oficio de quienes las ejercen han variado; las series venidas, del extranjero han enseñado a ver de otra manera y hasta el mayor progreso expresivo que ha realizado el medio, el de los anuncios, ha multiplicado su poder de seducción. Ha cambiado también la mentalidad en la creación de los espacios dramáticos o de las series: unos van hacia la estética que les permiten los avances técnicos, otros hacia un espíritu crítico dado por la situación nueva. Ha cambiado hasta Fernán-Gómez: ha perfilado su profunda condición de escritor y su calidad de actor ha estallado, si se puede decir, al poder interpretar otros textos -teatrales o cinematográficos-. Su supone con esto que enfrentado otra vez al desafío de hacer una serie sobre la picaresca española la haría de otra manera.

Pero ésta permanece: no como museo, no como muestra, sino con valor propio. Estaba adelantada para su tiempo, y ese adelanto le permite hoy estar muy por encima de otros dramáticos recientes.

El segundo capítulo de El pícaro se emite hoy a las 21.35 horas por TVE-2.

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