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Reportaje:

Jesús Puga

El emigrante que volvió de América con una fortuna de pájaros y árboles de insólitas especies

Manuel Rivas

De América, despistando los controles fronterizos, con su techo azul violeta. Y en los bosques gallegos Jesús Puga ha ido trayendo una fortuna inusual. Palos borrachos, que cuando crezcan serán panzudos y darán flor multicolor en otoño; jacarandás, con su techo azul víoleta. Y en los bosques gallegos liberó horneros y calandrias, y pronto abrirá la jaula a una tribu de perdices coloradas, que son mayores que la gallina y tienen los hábitos del avestruz.

En la orilla del Río de la Plata, los paisanos emigrantes se reían de la desmedida afición de Jesús Puga por recoger semillas y otear la república del cielo. Él callaba y esperaba su hora. Un día, hace 10 años, volvió a Galicia por vez primera con el tesoro germinal de la pampa en el equipaje. Desde entonces, burlando las aduanas como una becacina al cazador, ha sobrevolado seis veces el océano con las maletas pletóricas de primavera.Desde crío, pastoreando el ganado, se le iluminaban los ojos descifrando el corazón del bosque. "Me fijaba en todo: en las plantas y en las costumbres de los bichos". Cansado del pan negro, se sumó al éxodo galaico hacia ultramar en 1948. En Buenos Aires aserró madera, vendió paños y acabó levantando casas. Pero nunca dejó que cesaran los latidos nutricios y se hizo huésped asiduo de la pampa, durmiendo bajo carpa, maravillándose como un Darwin artesano.

Ahora, en las tardes coruñesas de lluvia y calma, habla de la comunión universal con un entrañable acento porteño, recita el Martín Fierro tras el ventanal y parpadea abrumado cuando de la estancia inmediata llegan los ecos televisivos de una contienda nunca demasiado lejana. También él, como Castroviejo, cree que la fórmula E = m X C² podría traducirse como "serenidad es igual a la belleza multiplicada por la luz".

Habla de sus aves y árboles con la solemnidad conmovedora que inspiró a aquel gran jefe Sealth que intentó disuadir en vano a los depredadores bípedos. "Y, después de todo, ¿para qué sirve la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque?". Tampoco la obra de Jesús ha salido indemne de la barbarie. Dos de los retoños plantados en los jardines públicos de Méndez Núñez fueron hurtados y teme que alguna de las calandrias acabó su vuelo en la cazuela. Aun así, este emigrante que volvió con la primavera en los bolsillos proyecta hacer una nueva suelta de horneros, esta vez en la ciudad, para que hagan compañía a palomas y gorriones. El hornero es un pájaro arquitecto que hasta se atrevió a anidar en la cima de la Pirámide de Mayo, en pleno centro bonaerense. El nido fue retirado por empleados municipales, pero un gran movimiento de apoyo popular permitió al hornero reconstruirlo.

Sigue soñando con repoblar Galicia con aves y árboles del nuevo continente. "Este país podría ser un paraíso, pero falla la gente". De cuando en cuando vuelve al pie del cerezo de Cecebre, donde emprendieron el vuelo los pájaros pioneros, y algún labrador bromea con él: "¡Foron-se pra América!".

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